sábado, 22 de diciembre de 2007

MANUELA SÁENZ: UNA HISTORIA DE LA COOPERACIÓN ECUATORIANO-AMERICANA


Por Manuel Chiriboga.-*

Durante su exilio en el Perú, algunos académicos creen que Sáenz evolucionó hasta convertirse en una significativa pensadora política, proponiendo un nuevo papel para las mujeres como líderes de la sociedad civil en los países independientes de América del Sur.

Posiblemente ningún capítulo de las relaciones entre los Estados Unidos y Ecuador es tan poco conocido como la historia de Alexander Ruden, cónsul de Estados Unidos en el puerto peruano de Paita, quien extendió su amistad y ayuda a Manuela Sáenz, una de las figuras más sobresalientes del Ecuador, mientras vivió exiliada en esa ciudad desde 1835 hasta su muerte en 1856, debido a una epidemia.

Entre las décadas de 1830 y 1850, Paita, localizada en la costa norte del Perú cerca de la frontera ecuatoriana, fue un puerto marítimo próspero y vibrante donde se abastecían cientos de barcos balleneros de Nueva Inglaterra antes de aventurarse a las aguas del Pacífico. La ciudad disfrutaba de una época de bonanza; era el sitio de encuentro de prominentes figuras internacionales y estaba llena de nuevas ideas. De hecho, Paita fue tan importante que el gobierno de Estados Unidos nombró a Alexander Ruden cónsul en esa ciudad para que velara por sus intereses.

El cónsul Ruden ayudó a Manuela Sáenz durante un periodo difícil de su vida, proporcionándole trabajo como asesora y traductora, y recomendando sus servicios a los capitanes y marineros norteamericanos que visitaban regularmente el puerto de Paita. Igualmente significativo fue el hecho de que cuando se bloqueó el ingreso de la correspondencia de Manuela al Ecuador, Ruden utilizó el correo diplomático para que ella pudiera continuar comunicándose con líderes nacionales e internacionales, circunstancias que le permitieron el desarrollo de su activismo político y la difusión de sus escritos. La carta que Manuela Sáenz envió al presidente Juan José Flores con fecha 12 de julio de 1840 demuestra claramente que fue Ruden quien le facilitaba su correspondencia con Ecuador cuando esta fue interrumpida e interceptada por sus adversarios políticos. Si bien amerita mayor investigación, es posible que esta mujer tan observadora e inteligente, estudiosa de los clásicos, y quien hablaba un inglés fluido, haya sido influenciada por su interacción con Ruden y otros estadounidenses en Paita.

La historia de Ruden y Sáenz es descrita por el historiador Víctor von Hagen en su libro titulado Las cuatro estaciones de Manuela, así como en la correspondencia de Sáenz a Juan José Flores. En este sentido, von Hagen reportó lo siguiente:
“Alexander Ruden –a quien la gente del pueblo llamaba don Alejandro– había ingresado a la escena sudamericana tiempo atrás, viajando por vía marítima a Chile y luego trasladándose al norte en busca de algo que mereciera su empeño... Aprendió algo de español... luego a la edad de 29 años fue nombrado cónsul de los Estados Unidos en Paita, en donde permaneció durante dieciséis años hasta que la industria ballenera comenzó a decaer... Paita se le hizo menos difícil por la presencia de Manuela Sáenz. Conversaban en inglés; ella lo ayudó con las autoridades locales y hacía traducciones cuando el idioma español se encontraba fuera de su alcance. Ruden a cambio pudo aliviar la pobreza de Manuela.
Investigaciones más recientes están otorgando mayor importancia a la correspondencia que Manuela Sáenz enviaba desde Paita, ya que esta evidencia indica que el exilio intensificó en ella su identificación con Ecuador y su preocupación por los peligros que representaba la creciente inestabilidad política. Dicha situación la llevó a proponer maneras de lograr más solidaridad, lealtad y confianza social. Durante su exilio en el Perú, algunos académicos creen que Sáenz evolucionó hasta convertirse en una significativa pensadora política, proponiendo un nuevo papel para las mujeres como líderes de la sociedad civil en los países independientes de América del Sur. Las cartas de Sáenz imaginaban un mundo en el cual la mujer podía participar en la vida política de la nación, a través de asociaciones civiles que generaran un mayor sentido de comunidad, cooperación, patriotismo y estabilidad. Estas ideas pudieron haber sido enriquecidas por su relación con estadounidenses y otros extranjeros en Paita. Sus escritos apoyan aún más a aquellos que sostienen que Sáenz es una de las mujeres más notables de la historia latinoamericana.

Manuela Sáenz y Alexander Ruden fueron unos de los pioneros de las relaciones entre Ecuador y los Estados Unidos. Su historia de amabilidad y solidaridad humana en un pequeño y olvidado puerto es un ejemplo positivo de nuestra duradera amistad y mutua buena voluntad.


*Director Ejecutivo de la Fundación Panamericana para el Desarrollo (PADF), entidad afiliada a la Organización de los Estados Americanos.
Artículo tomado del libro ‘Ecuador y Estados Unidos tres siglos de amistad’

jueves, 13 de diciembre de 2007

“MANUELA SÁENZ SOY YO”





Posteado en: Letras y tiempos
Jaime Manrique libera al fantasma de la portentosa quiteña. No hay exageración al decir que estas páginas serán la mejor opción posible para escuchar –sí, escuchar- la voz de Manuela Sáenz, la célebre y arrojada amante de El Libertador que ocupa su propio lugar en la historia de la Independencia. El escritor colombiano Jaime Manrique se vale de una prosa limpia y directa para obrar el milagro con su nueva novela Nuestras vidas son los ríos
Por Oscar Medina — Fotografías cortesía de Jaime Manrique

Resulta difícil silenciar el eco en la memoria de la frase que marca el inicio de esta novela: “Nací rica y bastarda y morí pobre y bastarda”. Esas son las primeras palabras que el lector escuchará con la voz de Manuela Sáenz.
Y es que quizás uno de los mayores méritos del autor de Nuestras vidas son los ríos sea precisamente ese: convencer, lograr la plena seguridad de que éste y no otro podía ser el tono de la entrañable heroína; que es la voz de ella narrando su propia historia y la de su poderoso amor de escándalo y arrebato por Simón Bolívar, a cuya causa libertadora se consagró sin importar las consecuencias y desafiando todo aquello que la sociedad de entonces quiso imponer a su condición de mujer.
El barranquillero Jaime Manrique transformó su obsesión por Manuelita en esta hermosa novela –directa, sin artificios ni trucos- editada primero en inglés y publicada por Alfaguara en su traducción al español. Manrique, quien reside en Nueva York y es profesor en la Universidad de Columbia, suma entre sus títulos los poemarios Mi noche con Federico García Lorca; Tarzán, mi cuerpo y Cristóbal Colón; y las novelas Maricones eminentes, Luna latina en Manhattan, Twilight at the Equator y Oro colombiano.

—Lo primero que llama la atención de la novela es que haya sido escrita originalmente en inglés. De modo que la pregunta es obligada: ¿por qué en ese idioma?

—Escribí mis primeros cuatro libros en castellano. En mi caso, escribir en inglés no es una escogencia sino una necesidad. Salí de Colombia a los 17 años y, desde ese entonces, –con la excepción de varios años en la década de los 70– he vivido en Estados Unidos. A estas alturas, me siento más cómodo escribiendo ficción en inglés que en castellano. Sin embargo, todavía escribo poesía en mi lengua materna.

—Cuando un escritor dedica un libro se infiere en ello una fuerte carga sentimental, tu novela está dedicada a la memoria de Josefina Folgoso. ¿Quién es ella? ¿Qué representa para ti?

—Tuve una amistad con Josefina de más de 40 años. Ella fue mi mentora cuando era un muchacho en Barranquilla. Me dio a leer muchos libros importantes para mí y me llevó a ver las películas de Fellini, Antonioni, Visconti, DeSica, etcétera. Más importante aún, ella era la única persona que me tomaba en serio. Josefina inculcó en mí la certeza de que yo sería escritor. A pesar de la distancia geográfica que nos separaba, vivíamos en constante contacto. En los últimos años de su vida, Josefina fue abandonada por su marido, un político colombiano. Ella, como Manuela, cayó en la pobreza. Yo quería escribir mi novela para reivindicar la vida de mi amiga. Pero ella murió unos dos meses antes de que terminara Nuestras vidas son los ríos. Ocultó su enfermedad, y su gravedad, para que yo continuara escribiendo.

—Buscando información sobre ti en Internet, se topa uno con unas líneas de Wikipedia que dicen así: “Jaime Manrique (16 June 1949-) is a gay, Colombian-American author, poet and journalist”. ¿Te sientes retratado en esa línea?

—Bueno, es la verdad, excepto lo de periodista. No tengo talento para el periodismo. Se les olvidó que desde hace más de 20 años he enseñado literatura y talleres de creación literaria. Esa labor ha sido muy importante para mí. Pero poeta, gay, Colombo-Americano, sí soy todas esas cosas.

—¿Qué circunstancias te empujaron a dejar Colombia hace tantos años?


—Mi madre, a los 47 años, estaba sola y no tenía forma de mantenernos, ni educarnos, a mi hermana y a mí. Así que tuvo la buena idea de emigrar a Estados Unidos. En Barranquilla viví los primeros años de mi niñez, y gran parte de mi adolescencia. Esos son años que marcan a cualquier individuo, sobre todo a un escritor. Mi primera novela corta —El cadáver de papá— sucede en Barranquilla, el último día de carnaval. La ciudad ha aparecido en casi todos mis libros semi autobiográficos de ficción y también en mi poesía.

—En más de una ocasión has dicho que Manuela es un personaje que te obsesionaba. Esta es otra pregunta obligada: ¿Por qué Manuela?

—Porque la admiro profundamente. El libro es un tributo a mi madre, a Josefina Folgoso, a las mujeres más importantes en mi vida. Manuela y yo somos hijos ilegítimos de hombres ricos. Me interesan mucho los “outsiders”, los rebeldes, los no-conformistas, los visionarios, los valientes, y Manuela tiene todas esas características. Después de terminar la novela, concluí que (para robarle la frase a Flaubert), Manuela Sáenz soy yo.

Tu retrato de Manuela difiere del que hizo el escritor venezolano Denzil Romero en su libro La esposa del doctor Thorne. Romero quizás escribió sobre una Manuela más bien disoluta, se hizo eco de algo que se puede resumir como la “leyenda sexual” de Manuela, ¿ese aspecto como de cotilleo histórico no te interesó? ¿Lo obviaste de manera intencional?

—A propósito, no leí la novela de Denzil Romero. Tengo entendido que es una novela magnífica. Yo no sabía que era lo que quería contar acerca de Manuela hasta que le puse punto final a mi novela. Si supiera de antemano lo que quiero decir, no escribiría. Lo que me interesa en el proceso de escribir es descubrir lo que no sé, en las sorpresas que me proporcionan mis textos. Manuela se escribió a sí misma. Yo concibo un personaje, y después ellos toman vida, y de ahí en adelante están fuera de mi control.

—¿Existen suficientes documentos históricos para recrear la vida de Manuela o tuviste que apelar mucho a la ficción?

—Se ha escrito mucho acerca de Manuela, pero se sabe muy poco acerca de su niñez y su adolescencia. Yo decidí “inventar” esos años, porque me parecían clave para entender al personaje. Los años finales en Paita tampoco han sido bien documentados. Pero tenemos las cartas de Manuela; esas cartas me ayudaron mucho a entender los últimos 20 años de su vida.

—En tu investigación visitaste el puerto peruano de Paita, donde la heroína terminó sus días, ¿qué encontraste allí? ¿Cómo es el Paita de hoy?

—El viaje a Paita fue crucial. Allí hay una casa con una placa, donde se dice que tal vez vivió Manuela. Paita es una aldea pobre, caótica, atiborrada de unos mototaxis, que hacen un ruido infernal. Tiene un puerto de pescadores muy activo y el pueblo está rodeado de unas montañas de arcilla, desoladas. Lo que más me impresionó fue el mar sucio, casi muerto, y el desierto que hay que atravesar para llegar allí.
En Paita tuve la fortuna de conocer a Miguel Godos Curay y a su hijo Juan de Dios, quien vive en la casa con la placa. Don Miguel, quien reside en Piura, me dio mucha información acerca de Manuela. En la casa en Paita tienen un libro para visitantes donde la gente que va en busca de Manuela escribe unas cuantas palabras. Fue conmovedor encontrar que personas de todo el mundo han pasado por allí, buscando el fantasma de Manuela. Parece increíble, pero no hay ni siquiera una estatua a Manuela en Paita.

—¿No es como una especie de maldición que dos figuras tan determinantes en la vida de Bolívar como Manuela y Simón Rodríguez encontraran la muerte en la misma zona de Perú?

—No me parece que sea una maldición. Todos tenemos que morir en algún sitio. Es más, ese hecho tiene una especie de justicia poética.

—¿Qué determinó la desgracia de Manuela? ¿Por qué alguien tan hábil y con tanto poder como Santander podía sentirse amenazado por la presencia de Manuela en Bogotá? ¿Acaso ya no era una mujer derrotada tras la muerte de Bolívar?

—Manuela murió pobre y olvidada, pero en últimas, su vida es un triunfo. Los que la persiguieron en vida han sido olvidados, pero ella es inmortal. Santander y Manuela se odiaban a muerte. Ella quería que Bolívar lo fusilara después de la noche de la conspiración setembrina. Muerto Bolívar, Manuela continuó intrigando en Bogotá. Además, mientras estuviese allí, era difícil borrar a Bolívar de la historia.

—¿Hay una lección implícita en la historia de Manuela?—Sí, que la vida sólo vale la pena vivirla con pasión y por un ideal. Y que traicionarnos a nosotros mismos es el peor de todos los crímenes.

—¿Por qué la elección de la primera persona para narrar? ¿Qué trabajo conlleva intentar penetrar la cabeza y el corazón de una mujer tan extraordinaria? ¿No fue esa una elección arriesgada?

—Traté de escribir la novela en tercera persona y no lograba adentrarme en la psicología, ni en el alma de Manuela. Entonces, pasé varios días transcribiendo a mano sus cartas, y así un día, la oí hablar, y pude verla y palparla en mi estudio. De ahí en adelante, fue mucho menos difícil. Fue como si Manuela me hubiese dado su bendición.

—Es notable el recurso de ponerse también en la piel de las esclavas Jonatás y Natán, ¿esa fue tu mayor licencia literaria? ¿Cómo es eso de darle voz a figuras a quienes la historia siempre ha obviado o –en el mejor de los casos- las ha colocado como personajes marginales?

—Jessica Hagedorn, la gran novelista filipino-americana, y amiga entrañable, leyó una versión temprana de la novela y me dijo: “Si vas a tener las esclavas en la historia, tienen que ser verdaderos personajes.” Empecé a buscar información sobre ellas y no encontré nada. Ese silencio es muy diciente. Es como si los negros no hubiesen participado en la gesta de la independencia. La “historia” latinoamericana, es la historia de los criollos, para los criollos. En nuestra “historia” los indios y los negros casi siempre son personajes secundarios. Las voces de las esclavas me tocó encontrarlas en las narrativas escritas por las esclavas norteamericanas y antillanas. Jonotás y Natán fueron la verdadera familia de Manuela, fueron sus amigas, sus sirvientas, sí, pero también sus hermanas. Si de algo me siento orgulloso es de haber desarrollado esos dos personajes que no tenían voz en la historia de nuestra independencia.

—Se presume que la esclava Natán las sobrevivió. En un ejercicio de ficción, ¿cómo
imaginas que fue su vida ya con su propio hogar? ¿le adjudicarías un final feliz en recompensa a sus sacrificios?


—Sí, quería que esa historia terminara con una nota optimista. Quería que en cierta forma Natán y su familia representaran el futuro de los negros en Latinoamérica. En la creación de ese personaje me ayudó mucho una entrevista que le hice a la cantante peruana Susana Baca. Las cosas que ella me contó sobre la historia de los negros en el Perú, los que vivieron y viven cerca de Lima, me abrieron los ojos. Creo que en ese momento fue que comenzó a formarse mi visión del personaje de Natán.

—Manuela le plantea a su esposo Thorne que dejen su convivencia marital para el más allá, una vida después de la vida pero al estilo inglés. Otro ejercicio de ficción extrema:

¿Cumpliría su promesa o se iría nuevamente directo a los brazos de El Libertador?
—Manuela existió para dejarnos su extraordinario y valeroso ejemplo de lealtad a una causa. Tanto en este mundo, como en el más allá, Bolívar y Manuela son inseparables. Por los siglos de los siglos.

JAIME MANRIQUE ARDILA.- Nació en Barranquilla en 1949. Recibió el Premio Nacional de Poesía Eduardo Cote Lamus por su libro "Los adoradores de luna" (1976). En español ha publicado también "El cadáver de papá" (novela, cuentos y traducciones de poesía norteamericana), "Notas de cine", "Confesiones de un crítico amateur" (recopilación de reseñas y ensayos críticos sobre cine escritas entre 1974 y 1978) y "Mi cuerpo y otros poemas" (1999). En edición bilingue ha publicado los poemarios "Scarecrow/Espantapájaros" (1990) y "My Night with Federico García Lorca/Mi noche con Federico Garcí Lorca" (1995) y en inglés las novelas "Colombian Gold" (traducida a varias lenguas), "Latin Moon in Manhattan" y "T wiilight at the Ecuator". En coautoría con Joan Larkin tradujo al inglés poemas de Sor Juana Inés de la Cruz "Sor Juanas’s Love Poems/Poemas de amor" en 1997. En 1999 aparece su libro autobiográfico "Eminent Maricones. Arenas, Lorca, Puig and me". Ha enseñado en el Programa MFA de Columbia University, en Mount Holyoke College, New York University, Eugene Lang College y The New School for Social Research donde ha sido escritor residente. Vive en la actualidad en Nueva York.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

MANUELA SAENZ


POR: ELENA PONIATOWSKA (*)

Nadie sabe hasta donde puede llegar el poder de una mujer enamorada. Su potencia es la de cien mil potros a galope tendido. Vence la distancia, su corazón desbocado pasa como loco encima de ríos, mueve montañas y sigue el caracoleo de sus pezuñas retumbando. Las colinas, la corteza de los árboles, los espesos muros de las haciendas recogen el eco de su ímpetu. Cuando Manuela Sáenz no es una yegua desorbitada, es una mula cubierta de barro, una burra lechera bajo el sol, un lento, un viejo animal cansado que se revuelca en su pajar toda cubierta de olvido, una vendedora de tabaco en el Perú. Desde niña es tan obstinada como los obstáculos que salta con sus músculos destendidos, sus alados ijares , su grupa dispuesta al peso del hombre. Esta mujer portentosa rompe la luz al entrar, la rasga con su mirada.¡Que viva el Libertador y el Presidente de la Gran Colombia!.

El Libertador, Su Excelencia, el gran Simón Bolívar viene montado en una jaca blanca. Como la mayoría de los latinoamericanos es chaparrito pero picoso, de cejas espesas y manos delicadas. Lo que más impresiona es la penetración de su mirada, - sus ojos hundidos- la determinación de sus ademanes. Manuela Sáenz, patriota, loca de alegría por la victoria ( las provincias se incorporan una tras otra a la República de la Gran Colombia) lo recibe en Quito junto con la multitud, el 19 de junio de 1822. La jaca, como su jinete es mañosa, sus pezuñas son delicadas, menudas, su cuerpo ágil como el del Libertador y se deleita en bailar como si fueran a enredársele los deseos, ha sido adiestrada en la Haute Ecole, sus cascos son castañuelas, bailan alegres, taconean equinos, con razón dicen que el diablo tiene pezuñas,esta jaca ansiosa es el complemento de la larga nariz de su jinete que cuelga de una frente coronada por pelo encrespado, corto, viril, una mata erguida en todos los avatares. Desde los balcones al pasar llueven pétalos de rosas y caen flores más pueblerinas para ir formando una alfombra de entrega y de espera, camino exacto al lecho, al trono, a la fragancia. ¡ Que recibimiento, Dios mío, quiteños, qué recibimiento, quiteñas, que algarabía en los puentes, en las piedras calientes al sol, en la hiedra que acintura las casas, en la “monedita” de oro que se mete en todos los intersticios. Manuela Sáenz es menuda, lo único grueso de ella son sus labios pachones que llaman al beso. Atrapan como esos ojos negros acostumbrados al desafío. Son casi groseros los labios de Manuela, tan sensuales. A los veinticinco años, Manuela es ya una heroína reconocida, un patriota condecorada por el General San Martín con “La Orden del Sol”.

Simón Bolívar está a punto de pasar bajo sus ojos y Manuela no va a dejarlo irse. Más tarde escribirá en su diario: “ Cuando se acercaba al paso de nuestro balcón, tome la corona de rosas y ramitas de laurel y la arrojé para que cayera en la frente del caballo de Su Excelencia, pero con tal suerte que fue a parar con toda la fuerza de la caída a la casaca, justo en el pecho de Su Excelencia, Me ruboricé de la vergüenza pues El Libertador alzó su mirada y me descubrió aún con los brazos estirados en tal acto, pero Su Excelencia se sonrió y me hizo un saludo con el sombrero pavonado que traía a la mano y justo esto que fue la envidia de todas, familiares y amigos, y para mí el delirio y la alegría de que Su Excelencia me distinguiera de entre todas que casi me desmayo”.

Así empieza el gran festejo del amor, la tarima, la plaza de Quito abarrotada, las campanas de catedral que tocan repique, la banda de guerra, el redoble de los tambores, los gritos de Jonatás su esclava negra, el júbilo patriótico que suscita el Libertador y finalmente el baile, el baile, ah, el baile. El baile es augurio y alcahuete. Es el correveidile y el portador de los mensajes. Va y viene. El Libertador se acerca a Manuela y ella gira en sus brazos, es la envidia de todas las muchachas de Quito. El Ecuador es una línea que atraviesa no sólo, el planeta sino el ánimo de los convidados ardientes, primero el sol, luego su calor, de nuevo el sol, el calor del centro, los meridianos y los paralelos dividiendo en gajos la naranja del deseo, hasta la extinción de los tiempos.

“He comprobado que Su excelencia es un bailarín consumado e incansable, pues ciertamente baila con una verdadera destreza; habilidad que según él, es la mejor manera de preparara una estrategia de guerra (esto lo dijo sonriéndome).

“No quise quedarme corta y para descollar por lo menos en algo, a la altura del conocimiento de este señor empecé hablándole de política, luego de estrategias militares (mi parecer los tenía embelezado) . Entonces me cortó y empezó a recitarme en perfecto latín a Virgilio y Horacio. Hablaba de los clásicos como si los hubiera conocido. Yo lo miraba y escuchaba entusiasmada y cuando tuve por fin la oportunidad le respondí dándole citas de Tácito y Plutarco, cosa que le llamó mucho la atención quedándose casi mudo y asintiendo de mis pobres conocimientos, con la cabeza y diciendo: “Sí, sí, sí eso es, sí, sí, sí” repetía. Entonces se puso muy erguido y yo pensé que se había enfadado, pero sonriendo me pidió él que era urgente le proporcionara todos los medios a fin de tener una entrevista conmigo (y muy al oído dijo: encuentro apasionado), pues que sería yo en adelante el símbolo para sus conquistas que no solo admiraba mi belleza sino también mi inteligencia”.

Al girar bajo los prismas de cristal en el salón de baile moscovita de Tolstoi, Natasha y el príncipe Andrei de La Guerra y la Paz no sabían que tendrían primos-hermanos en América Latina, es ardiente pareja que en brazos el uno del otro construyen un imperio. Manuela Sáenz es el regazo y el vientre, Simón Bolívar la cabeza y las piernas, Manuela Sáenz es el alabastro de los hombros, Simón Bolívar la persuasión de los ojos. Allí van a ritmo de vals, Boyacá y Carabobo, Bomboná y Pichincha, hacia el sur, siempre al sur, fulgurantes, meteóricos en el cenit de su gloria, sobre las cordilleras, la Playa de Pisco, la isla de Puná, atraviesan los Andes, bajan a Guayaquil en la emoción de descubrir nuevos placeres, zarpan en una fragata y desembarcan en La Guaira y vuelven otra vez a Lima la horrible, en una temeraria mazurca que los hace atravesar de costa a costa la República de la Gran Colombia compuesta por lo que ahora son Ecuador, Colombia y Venezuela. El hemisferio sur gira entre sus manos empalmadas , marchan con el apoyo de los ejércitos chilenos, los amenazan las fiebres tropicales, bailan, bailan, los sigue una caravana de patriotas con su escolta de mulas, Manuela uniformada de capitana monta briosamente tras el Libertador. Febriles recorren mil kilómetros de amor, los baúles de Manuela sujetados por correas viajan a lomo de mulas, son muchos baúles, Manuela es dueña de vestidos de seda, de zapatillas múltiples, de mantillas de chalinas, de refajos, corpiños y medias de seda. Chapines de baile y sortijas se mecen al compás de las piernas de los animales, al llegar al Cuzco cuelgan las hamacas y su amor se transparenta como el aire enrarecido de las altas cimas. Hacer el amor allá arriba es una terapia de la muerte como la llamarían los psicoanalistas, pero más aún valsear sobre el precipicio de a la orilla del mundo. Bailan El libertador y su Libertadora,él no la puede soltar porque ella no lo permitiría jamás, primero le encajaría un puñal en la espalda y moriría traspasado como Monteagudo en las calles de Lima, los ojos abiertos al espanto, los diamantes de su pechera intactos, la cadena de oro de su leontina colgándole aún sobre el vientre frío.

Manuela se peina como años más tarde habría de hacerlo Frida Khalo. Sus negras trenzas de pelo lustroso coronan su cabeza y en esa tiara erguida coloca flores, listones, lanas de colores. Su cabeza es altiva, su cuello largo, sus facciones muy finas. Jonatás es una peinadora consumada. En Quito, cuando Manuela salía seguida por sus dos esclavas negras, sinuosas, vestidas de uniforme de guerra, Jonatás con su turbante rojo, todos volvían la cabeza para mirar un espectáculo suntuoso e inusitado. Exuberante, Manuela habla, discurre, jamás se oculta y la calle se vuelve su recibidor. Los encuentros, los abrazos, los rechazos, las murmuraciones entran y salen como Pedro por su casa y en las calles de Quito, las mujeres la señalan como piedra de escándalo: la amante de Simón Bolívar. A Manuela eso la tiene tan sin cuidado, que firma sus cartas con orgullo: “ Manuela Sáenz, patriota y amante de usted”.¡ Que título portentoso! Manuel escribe: “Soy mujer y joven; apasionada, con mucho abandono del miramiento social que a mí no me incumbe; mi ingenio es mi intención y me siento muy, pero muy enamorada,” Manuela ofrece “el suave terciopelo de mi cuerpo” , Manuela no se avergüenza de amar. No les tiene miedo a los débiles ni a aquellos que pretenden impedir el “desenlace de dos almas que se corresponden”. ¡Que bárbara Manuela! Es más fuerte su amor que Lima la horrible, es más fuerte su amor que Bogotá, más que Carácas, más que Quito, Más que Guayaquil, Más que Barranquilla, Cartagena, más que todas las batallas, mas que su cansancio al caminar al lado de sus dos esclavas Jonatás y Nathan para auxiliar a los heridos ungiéndolos con el bálsamo del Perú y dándoles de beber infusiones de amapola. Durante los combates, cuando no galopa tras el enemigo como el más valiente de los soldados lo cual le vale el grado militar de coronel, se come las uñas por el nerviosismo, todo sea por el Libertador. Manuela, la más diestra amazona ( nada de side saddle) conduce su cabalgadura entre los cuerpos después de la batalla, cura ,escucha, compadece, se inclina sobre los heridos. Nathan y Jonatás, siempre a su lado, imparten remedios más cachondos y se ofrecen de colchón.

¿Quién es Manuela Sáenz?. Una ilegítima, un bordadora, un clavecinista que toca puras notas falsas y prefiere los tambores africanos a Bach. Escandaliza a las monjas del convento Santa Catalina al escapar una noche envuelta en la capa oscura de un soldadito, bueno, de un oficial del reye de España, Fausto d´Elhuyar.¡Qué descuidadas monjas, qué bárbara Manuela! Por su origen bastardo y su buena disposición amatoria es rechazada. La sociedad le da la espalda hasta que se casa con el inglés James Thorne, comerciante, que la convierte en una de las mujeres más ricas de Ecuador. Eso es lo de menos, Manuela es la más pícara e irónica que todo el Commonwealth de la Gran Bretaña y sobrepasa a su marido a la hora de la sobremesa. Brilla con luz propia.

Manuela “patriota” cree en el sueño bolivariano y a escondidas participa en movimientos de liberación. El general José de San Martín habrá de condecorarla con la Orden del Sol y la llamarán a partir de entonces la Caballeresa del Sol. Más tarde, Bolívar levantará los ojos hacia ella al recibir en la cara las flores de su violento ramo. La convertirá en su Libertadora. Si batallas hubo, ninguna fue más grande que las de Manuela por el amor de Simón Bolívar, más grande aún que la de Natasha, porque Natasha y Andrei no querían cambiar el triste destino de Rusia y Manuela sí quiso jugar un papel en el triste destino de América Latina, a diferencia de sus primos trasatlánticos.

Todo un continente entre sus manos alborotadas de pólvora, en sus ansias de gloria,en su admiración por Napoleón Bonaparte. Emulo de Napoleón, Simón Bolívar es adicto a las mismas frases y su grito: “¡Soldados” La esperanza de las naciones está pendiente de vosotros”, se parece mucho al de Napoleón en Egipto al señalarles la Esfinge y la pirámide a sus tropas: ¨¡Soldados, cinco mil años os contemplan!. Las frases de Manuelita son menos rimbombantes pero más impetuosas; embriagan, desnudan, ponen a temblar. Nada más político, nada más social, nada más comunitario que el amor de dos que se aman. El amor es revolucionario, lo saben todos los jóvenes que se enfrentan a la policía con piedras en la mano, el sexo es un espacio que debe conquistarse. Manuela asume los riesgos, vuelve pública la intimidad, celebra el gran acontecimiento de dos que se besan.

En una América Latina hirviente los invita a todos al voyeurismo, toma la plaza por asalto, se para a la mitad del ruedo encima d los adoquines al sol y reclama para sí el campo de batalla. Nunca en la historia de nuestro continente ha habido mujer más invitadora. Pionera, libera a la polis, le quita sus varillas, desata los cordeles, le da el mismo sentido que el arte: el de liberar.

Entre los instintos básicos del Libertador esta el sexual que es político y es competitivo. Para él, el joven Antonio José de Sucre, gana la batalla de Ayacucho y ambos entran bajo los arcos triunfales a la ciudad de La Paz. Bolivia la que lleva su nombre, lo eternizará. Los indios tendrán tierra, no harán trabajos forzados, no pagarán tributo, seguirán hablando quechua y aymara, no votarán porque sólo votan los que saben la “cartilla”. Simón Bolívar es una esponja. Todo lo que le enseñó su maestro Simón Rodríguez lo chupó. Gracias a él se construirán escuelas donde estudien juntos niños y niñas sentados en la misma banca y aprenbden ante todo a pensar:”O inventamos o nos perdemos”.

Si alguna mujer ha nacido sin perjuicios sobre la faz de la tierra, esta es Manuela Sáenz.¡Qué Madonna ni que nada!. Los propósitos de Madonna son comerciales, los de Manuelita patriotas, apasionados, transparentes. Ponerle cuernos a don Jaime y exponerse a perder casa y fortuna parece normal y a nosotros muy merecido. Ver al inglés con una alta cornamenta colgado sobre la chimenea presidiendo el salón está más que justificado puesto que James Thorne no ha logrado hacerse amar de esta mujer tan inclinada al amor. Manuelita tiene derecho a ser la amante de Simón Bolívar puesto que lo ama. Lo que no le parece normal es ser la esposa de un hombre que la aburre con sus monosílabos, su apego al Virrey y su falta de inventiva. Desde niña fue fumadora y libre y dijo que todo lo que pasaba por su hermosa cabeza. Desde niña hace lo que se le da la gana. Manuela jamás fu una mesalina; siempre se entregó por pasión. Nunca tuvo aventuras pasajeras. Tampoco alberga la ilusión de que Simón Bolívar se case con ella. Eso sí, lo cela porque Bolívar es mujeriego y aunque pequeño de estatura y con una nariz larga como un cuchillo, ejerce un atractivo inmenso sobre las mujeres que le echan largas miradas luminosas e intencionadas. El poder es un afrodisíaco. Hacen vida común y entran al Nirvana. Manuela Sáenz jamás contó con que Bolívar se irritara con su actitud posesiva, y sobre todo, con las largas bocanadas de puro que se atrevía a lanzar aquel rostro tosijoso. Nunca nadie había fumado en su presencia. Manuelita sí, mientras discutía con él contradiciéndole tácticas de guerra. Manuela es Manuela, nadie la va a cambiar. Apasionada, celosa, siempre reclamó lo suyo. Un día que encontró un pendiente de diamantes en el lecho de Bolívar se le echó encima y le rasguñó la cara con tal fiereza que el Libertador no pudo mostrarse en público durante ocho días. Confinado en sus habitaciones, Manuela entonces guardó sus puntiagudas uñas y le aplicó tiernas compresas de agua y besos cuidándole todo el día y toda la noche sin separársele jamás.

Otras mujeres hubo en la vida de Bolívar después de su esposa idealizada. En México, en 1799 de paso a España se asomó al escote de María Ignacia Rodríguez de Velasco y Osorio Barba, la Güera Rodríguez, la musa y alter ego de don Artemio del valle Arizpe quien seguramente la recordaba el preguntar a sus visitas enfundado en su batón de terciopelo carmesí: “¿ Verdad que estoy hecho una hemorragia? Por lo visto a Simón Bolívar le gustaban las Manuelas porque luego conoció a Manuela Madroño. Antes electrizó no sólo a María Teresa Rodríguez Toro, sino a Fanny de Villars, Anita Leonoit, Julia Cobier, Josefina Machado y unas quince parisinas y otras tantas madrileñas. Pero a ninguna le dijo lo que a Manuelita: Tú me has hecho idólatra de la humanidad hermosa”.

“Estoy sentada frente a la hamaca que está quieta como si esperara a su dueño. El aire también está quieto, esta tarde sorda, los árboles del huerto están como pintados. En este silencio mío, medito. No puedo olvidar”.

Al final de su vida Manuela “la olvidada de Paita” es dueña de una tabaquería y de eso vive en el pequeño puerto peruano de Paita. Tobacco, English Spoken, Manuela Sáenz se lee en la puerta. Mientras espera a sus clientes borda o hace crochet, labor a punto, cadenilla y fuma puro como antes. Teje y borda sus recuerdos, imágenes que al ensartar la aguja van pasando por el ojal de sus ojos hermosos bajo su frente aún altanera.

Si Garibaldi la visitó y le rindió tributo, Gabriel García Márquez la olvidó en algún recodo de su laberinto. Sólo y viejo el Libertador, sola y vieja la Libertadora. Manuela lo sobrevivió veintiséis años. Desterrado, Simón Bolívar, murió lejos de ella, tuberculoso, el 18 de diciembre de 1830. Manuela Sáenz ahora fuma y mira hacia el mar. Fuma y habla con los ojos azules de Giuseppe Garibaldi. Fuma y le confía carraspienta el secreto que hace años le reveló Bolívar: “Estarás sola Manuela y estaré solo a la mitad del mundo. No habrá más consolación entonces que el haber conquistado a nosotros mismos.”

Elena Poniatowska.- Periodista y narradora mexicana nacida en París el 19 de mayo de 1933, con su familia abandona Europa durante la Segunda Guerra Mundial y llega a Ciudad de México en 1942.Trabajó como periodista en el diario Excélsior y ha colaborado, entre otras, en la Revista Mexicana de Literatura, Estaciones, Absides, Artes de México, Revista de la Universidad de México, La Palabra y el Hombre, Unomásuno y La Jornada. Ha realizado cortos cinematográficos sobre Sor Juana Inés de la Cruz, José Clemente Orozco, el agua y otros temas. Socia fundadora de la Cinemateca Nacional y de la Editorial Siglo XXI. Ha descollado en el género de la entrevista y de la crónica: Palabras cruzadas (1961), Fuerte es el silencio (1980), Nada, nadie, las voces del temblor (1988), La luna y sus lunitas (1955). Su primer libro es de cuentos, Lilus Kikus (1954). Maneja con sabios montajes las voces anónimas y revela la fuerza interior de personajes extraordinarios: Jesusa Palancares de Hasta no verte Jesús Mío (1969). Convertido en un libro clásico, La noche de Tlatelolco (1971) configura una épica con los testimonios de la rebelión estudiantil de 1968. Recrea la historia amorosa entre Diego Rivera y Angelina Beloff en forma epistolar en Querido Diego, te abraza Quiela (1978); La flor de lis (1988) es una novela autobiográfica, y Tinísima, una vasta investigación novelada sobre la fotógrafa Tina Modotti.

martes, 20 de noviembre de 2007

EL ULTIMO VIAJE DE MANUELA


Por: Miguel Godos Curay

Los frailes se empeñaban en elevar el amor sensual a la estatura mística con el propósito de convertir el amor en una adoración lejos de las tentaciones carnales y el pecado abominable. No dieron resultado las fórmulas gazmoñas ni los encierros. Manuela Sáenz fue una amante volcánica. Se prendó en 1822 de Bolívar tras la victoria de Pichincha y dejó a su marido el inglés James Thorne. Manuela no tenía vocación de celebridad melindrosa y austera. La pasión le brotaba del alma. El espíritu de la independencia le animaba de cuerpo entero. Era una librepensadora feroz. Se perfumaba con la masculina agua de verbena, cabalgaba con los pantalones bien puestos y pasmosa serenidad en medio de las lanzas y las balas. Era lectora apasionada de Cervantes, del Inca Garcilazo de la Vega y Olmedo cuyos versos recitaba de memoria.

Manuela era temida por su apasionada lealtad al Libertador y tras la muerte de su hermano José María se le impidió el retorno al Ecuador. De nada sirvió la intercesión de su compadre el General Juan José Flores con quien mantuvo desde el exilio porteño una intensa comunicación epistolar. El 28 de Febrero de 1835 Vicente Rocafuerte escribió al General Flores en elocuente carta lo siguiente: “Madame Stäel no era tan perjudicial a París como la Sáenz en Quito, y sin embargo el gran Napoleón que no veía visiones, y estaba acostumbrado a encadenar revoluciones, la desterró de Francia; el Arzobispo Virrey de México desterró de la capital a la famosa Güera Rodríguez y desde su destierro le hizo una revolución. La mujeres (de moral relajada) preciadas de buenas mozas y habituales a las intrigas del gabinete son más perjudiciales que un ejército de conspiradores.” Manuela, con el insoportable dolor a cuestas y soportando el ostracismo tras la muerte de Bolívar en San Pedro Alejandrino, auxiliada por la generosidad de sus amigos, se dirigió a Paita.

Fue desde su rancho paiteño, el 10 de Agosto de 1850, que refirió al General O´Leary pormenorizada relación de los acontecimientos del 28 de Septiembre de 1828 en que en el Palacio de San Carlos de Bogotá salvó la vida al Libertador. Bolívar le dijo: “Manuela, tu eres la Libertadora del Libertador”. Riva Agüero, quien la odiaba rabiosamente, la llama “la Sultana de las Mancebas del Libertador”. La verdad histórica es otra. Dicen de ella que no sabía llorar sino encolerizarse como los hombres de carácter duro. Pocos conocen que desde Paita y con el nombre de María de los Angeles Calderón espiaba a los opositores de Flores y daba cuenta de los acontecimientos políticos del Perú.

Un 23 de noviembre de 1856 hace 151 años murió en Paita víctima de la terrible difteria. De este doloroso acontecimiento da cuenta una carta familiar del General Antonio de la Guerra y Montero, natural de los Puertos de Altagracia en el Zulia (Venezuela) y héroe de Junín y Ayacucho a su esposa doña Josefa Goróstide Seminario. La carta está fechada en Paita el 5 de diciembre de 1856. La misiva familiar fue encontrada por el doctor Aurelio Miro Quesada Sosa entre los papeles de su bisabuelo. De la Guerra fue uno de los firmantes del Convenio de Babahoyo y del Tratado de Piura de 1829 y Comisionado por el General Juan José Flores marchó a Cartagena y Caracas en 1830 para la separación del Ecuador, reconociendo al Libertador como Jefe de la Confederación.

La carta anota lo siguiente:“El 23 del pasado a las 6 de la tarde dejó de existir nuestra amiga doña Manuel Sáenz, y 3 días antes enterraron a su sirvienta Juana Rosa; ambas fallecieron del abominable e infernal enfermedad de la garganta. Dos días después de la señora se enfermó la Dominga del mismo accidente, la vio Mendoza y le echó el fallo y aun la abandonó, y unas cholas comadres de doña Manuela la curaron en 4 días; por lo cual deducimos que en haberla abandonado Mendoza estuvo su salvación, porque si la hubiera asistido la hubiera dirigido por el mismo camino de la señora y de su compañera; aún hay más, una de las Benitez cayó con la misma enfermedad, la asistía Mendoza, visto que no obtenía ningún alivio llamaron a Bobbio y ya esta buena y sana. Por manera que si los conocimientos de Mendoza correspondieran a la importancia que se da, no mataría tanta gente”. Un médico negligente y el olvido conspiraron para apurarle el viaje a la eternidad. El polvo bendito de sus huesos aún recorre los viejos callejones de Paita.

domingo, 2 de septiembre de 2007

LA INSEPULTA DE PAITA


Por: Pablo Neruda

En Paita preguntamos
por ella, la Difunta:
tocar, tocar la tierra
de la bella Enterrada.

No sabían.

Las balaustradas viejas,
los balcones celestes,
una vieja ciudad de enredaderas
con un perfume audaz
como una cesta
de mangos invencibles,
de piñas,
de chirimoyas profundas,
las moscas
del mercado
zumban
sobre el abandonado desaliño,
entre las cercenadas
cabezas de pescado,
y las indias sentadas
vendiendo
los inciertos despojos
con majestad bravía,
-soberanas de un reino
de cobre subterráneo-,
y el día era nublado,
el día era cansado,
el día era un perdido
caminante, en un largo
camino confundido
y polvoriento.

Detuve al niño, al hombre,
al anciano,
y no sabían dónde
falleció Manuelita,
ni cuál era su casa,
ni dónde estaba ahora
el polvo de sus huesos.

Arriba iban los cerros amarillos,
secos como camellos,
en un viaje en que nada se movía,
en un viaje de muertos,
porque es el agua
el movimiento,
el manantial transcurre.el río crece y canta,
y allí los montes duros
continuaron el tiempo:
era la edad, el viaje inmóvil
de los cerros pelados,
y yo les pregunté por Manuelita,
pero ellos no sabían,
no sabían el nombre de las flores.

Al mar le preguntamos,
al viejo océano.
El mar peruano
abrió en la espuma viejos ojos incas
y habló la desdentada boca de la turquesa.

jueves, 5 de julio de 2007

MANUELA DE PAITA (TEATRO EN CINCO ACTOS)











Por Manuel Dammert Ego Aguirre
A Julia E. y a Manuela A., dos mujeres de luna llena

PERSONAJES
Manuela
Manuela-Joven
Oficial 1
Oficial 2
Gobernador
Sobrino-Santiago matamoros
Pescador
ballenero
Jonatas
4 Mujeres de la cofradía
3 pobladores
tres angeles
tres diablos
ángel mayor
Miguel tamborilero
Flautista
De 8 a 10 peregrinos (hombres y mujeres) con su banda rojiblanca cruzándoles el pecho.


SONIDO Y OLORES:
a lo largo de toda la obra se escucha el sonido de las olas del mar y se difunde un olor leve de canela

ACTO 1
El escenario esta divido en dos partes. Tres cuartos del espacio son una Calle de puerto. Frontis de casas con balcones, de madera, en colores vivos y contrastados, gris, azul celeste y rojo anaranjado. En algunas ventanas cuelgan redes de pesca. Los personajes están en la calle, en movimiento. En el lado lateral izquierdo, claramente diferenciado del resto del escenario, sobre una pila de redes de pesca, esta sentada una mujer joven vestida sobriamente, en penumbra, solo se distingue su silueta


Escena 1
(Los oficiales entran por el lado derecho de la calle)


Oficial 1.- esta debe ser la calle que nos indicaron al desembarcar

Oficial 2.- eso espero, después de cabalgar desde Bogotá a Quito, y, sin descasar, ir hasta Guayaquil para embarcarnos. Venimos en un viaje de infierno, tras varios días de navegar en un barco lleno de enfermos. Pero, bueno, ya estamos en Payta, y a tiempo de las fiestas de la Virgen de Las Mercedes. Espero que podamos cumplir, lo más rápido, el encargo que nos hizo el alto mando en defensa de nuestro general Santander

Oficial 1.- ¿por qué habrá escogido la Señora este puerto?

Oficial 2.- Por allá, era insoportable la presencia de ella. Había muerto Bolívar, su protector, y la tuvimos que soportar tres años en Colombia. Por rebelde y revoltosa, el Gobierno la envió a un Convento, luego la metió presa. Después la tuvo que llevar a la fuerza, ¡en silla de manos y a caballo!, ¡como sería la señora!, la llevó hasta Cartagena, para exiliarla desde ese puerto bendito hacia Jamaica.

Oficial 1.- ¡Una isla tranquila!, a ella le hubiera sido tan fácil la vida!

Oficial 2.- No aguantó y se quiso ir a Quito, donde había nacido, pero el Presidente de Ecuador, Rocafuerte, al saber que viajaba para su país, la deportó nuevamente. Entonces decidió venir hasta este puerto de Payta.

Oficial 1.- Venir hasta este puerto! A esta caleta sin agua ni para beber! Mucha gente viene ahora por estas tierras, pero el nombre extraño de Payta quiere decir desolación. El color de su tierra lo confirma; parece calcinada por el calor ! Escucha bien, todo aquello que motiva a lo que venimos ocurrió hace tantos años!! Dicha señora debe haberse olvidado hasta de su nombre, solo la conocerán como (despectivamente y arrastrado las silabas) la mujer de Payta. Debe vagar caminando entre calles polvorientas, mirando en forma melancólica el mar. Habrá apaciguado sus ánimos y desterrado de su memoria a Bolívar. La imagino como un fantasma de sabanas rotas, carcomido por los años. Quizá hasta pena nos dará el verla.

Oficial 2.- ( molesto) Sentimientos, vamos, no interesan los sentimientos de esta señora, ni los nuestros. No olvidemos nunca que somos oficiales. Tenemos la obligación de encontrar el Baúl de Cobre, en el que están los archivos de las resoluciones de Estado, las campañas de guerra y los documentos personales de Simón Bolívar.

Oficial 1.- Bueno, eso si es importante, pero no te me pongas amargado.

Oficial 2.- Escucha bien. Desde que ha muerto Bolívar, hace 26 años, casi todos nuestros jefes militares se han dedicado a formar su propio estado nacional. Por toda América ellos buscan estos documentos. Han enviado muchas delegaciones a encontrarlos. Deben ser muy importantes, pues tienen escritos secretos, con informes graves, muy perniciosos.

Oficial 1.- Por cuarteles, salones y conventos, corre el rumor que guardan memorias peligrosas para nuestros jefes.

Oficial 2.- Te repito, la nuestra es una misión muy delicada. No han encontrado el baúl de cobre, en parte alguna. Se tienen algunos documentos, pero no los que Bolívar guardaba como secretos de Estado y de trifulcas personales. Cuando la señora pidió venir para este lugar, a este puerto alejado y pasmado, donde ni el viento corre fuerte, pero que es el más activo de esta parte de los mares del sur, de balleneros y piratas, cuando quiso venir aca se empezó a sospechar alguna trampa. Se recordó que ella iba siempre detrás de Bolívar, en su caballo, con sus dos negras esclavas y con una recua de mulas. Todos pensaban que lo que trasladaban en tantos fardos y baules, eran sus vestidos de colores y caprichos de féminas

Oficial 1.- Cierto, poco gente habrá viajado tanto en toda américa como esos baúles. Se dice que cuando asesinaron a Antonio José de Sucre, el gran amigo de Bolívar, torturaron a sus edecanes, alguno de los cuales habló. Confirmó que era ella quien llevaba, en un baúl de cobre, todos los archivos, trasladándolos de un lugar para otro, esquivando las miradas para que no se dieran cuenta.

Oficial 2.- Y Sucre, que estaba revisándolos en días previos a que lo mataran, los envió a un lugar que ningún torturado pudo identificar. ¡Payta, payta, sí, éste debe ser el lugar para guardar secretos!. Los archivos de Bolívar en Payta. ¡Esta debe esa ser la razón por la cual ella vino a enterrarse en este desierto de arena y calor!.

Oficial 1.- De eso hace ya más de 20 años. No entiendo por que tanta inquietud de nuestros jefes. Nos dicen que está enferma. Debe haber perdido la memoria. Será un fantasma sin recuerdos, una sombra que vaga encerrada en la monotonía.

Oficial 2.- No te olvides que en los sermones del púlpito, los Obispos dicen que ante el brillo del poder el alma cae subyugada y no entiende ni del sentido de los vientos. Que es vana ilusión el pretender resistirlo. Míralo bien, aquí haremos labor de recoge cadáveres, pues ni la señora ni el baúl deben tener, luego de tantos años, alguna vida que los anime.


Escena 2

Oficial 1.- ( llamando a una persona que estaba comprando vino en la puerta de una casa) Godofredo, ¿eres tú viejo amigo?

Godofredo.- Venir a encontrarnos aquí ¡! Dios une a los escapados!

Oficial 1.- Serás tú el que se escapó. Yo era defensor del Rey, peleé en varias batallas, pero como estaba triunfando la Independencia me pasé al bando ganador. Y aquí me tienes, a las órdenes de los seguidores del General Santander, jefe de Colombia, derrocador del tirano Bolívar.

Godofredo.- Yo dejé las armas por los barcos. Ahora soy ballenero, a mucho orgullo. Zarpamos a alta mar por meses y meses. Vivimos comiendo pescado, y respirando la humedad del agua salada, día y noche. Hace unas semanas hemos venido a tierra, a la fiesta de la virgen de la merced, que también es patrona de los mares y las almas turbulentas.

Oficial 1.- No digas eso, en alta mar deberás aburrirte como pan frío.

Godofredo.- Te equivocas. Vagamos hasta que hallamos una ballena. Si vieras, esas sí que son batallas. Las perseguimos. Bajamos en lanchas a remar duro. Yo llevo el arpón en las manos, parado en la punta de la lancha, mientras los otros reman como locos. A veces vamos al costado de estas gigantes, y en ocasiones como que se voltean para pelearnos el día. Entonces es donde el arpón vuela y las prendemos, nos jalan y las seguimos hasta cansarlas para darle muerte. Es dificil subirlas al barco; amarradas al lateral, las trozamos y por partes las subimos. Lo que constituye un castigo es que al despellejarla con cuchillos y hachas, el olor de su grasa se impregna en nuestra piel y no lo podemos sacar nunca más. Es como si se vengara de nosotros, y ella, fijate tú, nos poseyera para siempre.

Oficial 1.- Ese olor esta en todo el puerto, no solo en tu piel!. Desde que desembarcamos, lo sentimos, y no sabíamos de donde era. Ahora me explico, pues aquí atracan los barcos balleneros luego de las cacerías en alta mar.

Godofredo.- Y tú, escapero, ¿a que has venido tan lejos y en estas fiestas?

Oficial 1.- A buscar una mujer

Godofredo.- ( irónico) ¿Cómo, tú, buscando una mujer, persiguiéndola a tanta distancia? Ese cuento no es para mí, que te conozco. Vendrás a confesar tus pecados.

Oficial 1.- Bueno, no es exactamente una mujer lo que busco, sino los archivos que ella debe tener. Sus secretos son de gran importancia para nuestros jefes. Quizá tú puedas ayudarme a encontrarla.

Godofredo.- Nosotros en alta mar ya no pensamos en las mujeres sino en las ballenas (riendo). Cuando venimos a puerto volvemos a saber de las mujeres y de sus perfumes. Mujeres, mujeres, hay muchas. De alguna que tenga archivos, no sé nada. Deja eso amigo, es mejor cazar ballenas que perseguir archivos, aunque (sonriendo) si está una mujer en el asunto, quizás tengas mejor ventura.



Escena 3

Oficial 2.- No esperaba encontrar tantos fieles en esta fiesta de la virgen. Sus razones deben tener.

Oficial 1.- (dirigiéndose a un peregrino) Amigo, puede usted indicarme por que lleva esa banda al pecho?

Peregrino 1.- Por la pregunta, deduzco que Uds. no son de estas tierras. Aquí todos somos devotos de nuestra Virgen, la Virgen de la Merced. Cada año venimos en peregrinación de todos los valles, también de las tierras altas y hasta de la llanura verde del Amazonas. Caminamos varios días trayendo nuestro algodón o con paños, a frotar la imagen de la virgen para que cure nuestros males. Le pedimos que venga la lluvia y tengamos un año con buenas cosechas.

Oficial 2.- Y la banda rojiblanca?

Peregrino 1.- ¿Cómo, no saben Ustedes que la virgen es la Mariscala de la Independencia? Ella nos ilumina, ( engolando la voz) pues nuestra lucha es por la igualdad entre los seres humanos. Con esta conviccion todos llevamos esta banda rojiblanca durante los días de la fiesta, y también a lo largo de nuestra marcha de venida al puerto y de regreso a nuestras casas. (levantando el tono ) Somos peregrinos de la fe y de la igualdad ( muestra orgulloso su banda).

Oficial 1.- es una virgen de hacer milagros?

Peregrino.- Si conociera todo lo bueno que ha hecho. Lo que uno pide, ella ayuda. Y sus milagros los hace cuando la luna está en el cielo, brillante, grande, redonda, inmensa , corriendo de un lado al otro de las estrellas.

Oficial 2.- Tu Virgen es Poderosa, pero es tan apacible como el puerto? Serán igual todas las mujeres que aquí habitan?

Peregrino.- Apacible, apacible, sólo si no buscan hacer daño, trampa o engaño. Saben ustedes que hace muchos años un pirata asaltó el puerto, y entre los bienes y joyas que se llevaba estaba la Virgen, nada menos que a nuestra Virgen de la Merced. Cuando la tenía en su barco y pretendía quemar las casas del puerto, la virgen desató lluvias iracundas, creció la marea con las olas más altas jamás vistas. El cielo se oscureció, el viento rompía las velas de los barcos y azotaba con arena los cerros. El pirata amenazó a la virgen con matar a todo el pueblo, y se hizo fuerte la lluvia, y el mar se encrespó. Asustado y enloquecido, el pirata atacó a la virgen con su filuda espada, y le hizo un corte en el cuello.

Oficial 1.- Ese pirata quería escapar de su propio miedo

Peregrino.- El viento entonces se huracanó, y el barco iba a hundirse. El pirata no tuvo otra alternativa que echar la virgen al mar y huir. Inmediatamente se calmo todo. La luna apareció en el cielo, aunque era de día. Reinó entonces la quietud en todo el puerto. De esta forma la Virgen hizo huir a los piratas, tal como en la guerra de la independencia nos ayudo para derrotar y hacer huir a los chapetones. Aquí en Payta, por eso, la Virgen, como nos dicen en la sermones del púlpito, hace que todos los piratas del espíritu se incendien en su propio fuego.

Oficial 2.- Qué historia, señor. Y como llego la virgen hasta la Iglesia que esta en la cumbre de ese cerro?

Peregrino 1.- El pueblo la encontró en la orilla del mar y en procesión la llevó hasta el cerro más alto del puerto. Ahí está hasta ahora. La han visto Uds?. Vayan a verla, podrán apreciar que, de todas, es única en el mundo. Tiene un corte en el cuello. Es un tajo, pero de amor. Su tez brilla como luz de luna. Y en su mirada existe fuego de guerrera. Esta fiesta es para ella, la hacemos sus peregrinos todos los años.

Oficial 1.- Mucha gente ha venido, existirán tantos devotos y cofradías?

Peregrino1 .- Devotos somos miles. Existen varias cofradías, que son las que organizan la fiesta. Una de las mas activas este año es la de Doña Manuelita, que ...

Oficial 2.- ( Lo interrumpe ) Manuela dice, Ud., Habla de una dama de Payta?

Peregrino 1.- De Payta puede decirse, puede afirmarse con orgullo que es una dama de Payta. No ha nacido aquí, pero la hemos hecho nuestra. Le ha dado nueva vida al puerto. Nos explicó a todos, casa por casa, que no debíamos pintar las casas de blanco, no solo por que así lo querían los chapetones sino, además, porque reflejaban la luz del sol haciendo daño a la vista. Nos convenció para pintar las casas de gris, azul celeste y rojo anaranjado. La Manuelita……tanto que hace por nosotros, y pese a todo, no podemos ayudarla en sus pesares. Es una pena, sepa Ud., lo que sufre. Y nosotros que no podemos hacer nada para evitarlo. ( Mirando hacia otro lado…) Discúlpenme, pero me llaman. Que les vaya bien y ojalá que consigan también su banda rojiblanca. ( se aleja)


Escena 4


Oficial 2.- ( luego de un rato, pregunta con evidente molestia a un pescador que estaba con sus redes). ¿ Dígame Usted, hemos preguntado y no nos dan todavía razón, conoce donde habita en el puerto la Señora Saenz?.

Pescador.- Disculpe oficial, conozco a todos los que vivimos en payta, pero no siempre por sus nombres, y algunos en oportunidades han cambiado los mismos. Como Usted sabe, a este puerto vienen muchas personas de todos los países, pasan en barcos, por actividades distintas, de comercio, balleneros, pesqueros. Algunos se quedan solo por unos días, mientras otros van de paso a Lima, y otros se van acomodando a la quietud de su playa hasta no salir de por vida.

Oficial 2.- Ella vino hace 21 años a este puerto. Es una mujer muy bella y arrogante, y debe andar con una o dos esclavas negras a su servicio. Sabemos que vive acá, y que tiene una pequeña tienda en la que vende dulces y tabaco. Lo que ocurre es que nos han dado una dirección equivocada y no encontramos su casa.

Pescador .- Señoras que venden dulces y tabaco, hay muchas. Pero que sean bellas, ya son menos. ¿Usted debe estar buscando a manuelita?

Oficial 2.- Si, ella misma, Manuela Saenz y Aizpuru, que debe contar ahora unos 60 años

Pescador.- Manuelita, cuando vino y hasta ahora tiene siempre la cabeza erguida. Sigue siendo guapa, y es amiga de todos. Es tía de mis hijos, y con mi señora tienen una cofradía en la que preparan dulces para esta fiesta de la virgen de la merced. Debe Usted probar esos dulces, especialmente esos ángeles de caramelo, que no hay igual en toda la costa. A Manuela le gusta contar muchas historias, si la escucharan. Pero padece enfermedades desconocidas. La Señora todas las tardes mira el mar largo tiempo, con una tristeza que a todos nos hace sufrir.

Oficial 2.- No quiero tantas explicaciones. Dígame dónde encontrarla.

Pescador.- Su casa es muy visitada. En la puerta hay un letrero que dice que vende tabaco y habla ingles. ( enseñándole con la mano). Aquí cerca, señor, usted la tiene aquí muy cerca.


Escena 5.-

( caminan los dos oficiales hasta llegar a una casa de centro al lado izquierdo de la calle)

Oficial 1.- Sí, aquí esta el letrero: TOBACCO, ENGLISH SPOKEEN.

Oficial 2.- Esta es la casa, no hay duda. Antes de verla, debo decirte la orden terminante que me dieron al partir.

Oficial 1.- Cómo, ¿no era la de conseguir el baúl con los archivos de Bolívar?

Oficial 2.- Esa es nuestra misión. Y para lograrla debemos hacer todo lo que sea necesario. Si la Señora se resiste o se niega, tenemos la orden de matarla.

Oficial 1.- ¿estas seguro de lo que dices? Vamos a encontrar a una mujer envejecida y derrotada, desmemoriada. No podrá ni querrá hacer resistencia. En plena fiesta de la Virgen de las Mercedes, no seas exagerado!. Repíteme, estas seguro de lo que dices?

Oficial 2.- Totalmente. Me han aclarado que debemos cumplir esta orden bajo cualquier circunstancia, consiguiendo el baúl y terminando con toda resistencia. No puede seguir dando vueltas la memoria de Bolívar y sus quimeras, generando problemas a nuestros Estados. Este es uno de los pocos temas en que parecen estar de acuerdo nuestros jefes militares, convertidos en estadistas que portan sus bandas presidenciales. Vamos, vamos, tenemos que cumplir nuestra misión, como sea y al costo que sea.

ACTO 2

La misma calle del puerto, con los personajes del acto 1 y los que ingresan.


Escena 1

( por el lado lateral derecho llega una comparsa de músicos y danzantes. Están realizando una escenificación, con sones de catinga, en la que participan personajes disfrazados de tres ángeles( con uniformes del ejercito de la independencia) , tres diablos (con vestimenta realista), Santiago matamoros ( con un caballo de madera entre las piernas, crema blanca conchaperla en la cara y un gorrito con espejo) y un Angel Mayor . Los músicos son un tamborilero y un flautista. Santiago y los músicos llevan la banda rojiblanca cruzándoles el pecho. La mujer joven del lateral izquierdo desciende y se viste de angel para participar. Organizan un tabladillo mientras invitan a la población)


Miguel Tamborilero.- Están invitados los habitantes de este puerto a la representación de la batalla que ha cambiado el universo. ¡Viva la Independencia! En las fiestas de la virgen de la merced, vean en este Teatro de los Sueños, la puesta en escena de aquello que esta grabado en nuestros corazones, desde que en nuestra América triunfó la independencia.

(suben los actores al tabladillo, colocándose en dos grupos, de ángeles y diablos, con santiago y el ángel mayor al centro, y los músicos a un costado. Inician los músicos la catinga y luego se recita el parlamento. Las personas se agrupan a los costados)

Coro de angeles.- Aleluya, aleluya, el reino de los cielos en la tierra, Nos llama la humanidad entera!

Coro de diablos.- Sus velas están rotas, son ciegos en el mar, no van a puerto al detenerse el viento!

( entre ángeles y diablos, se entable un combate, mientras la catinga resuena y repiten sus frases varias veces)

Santiago Matamoros.- (Dirigiéndose al Angel Mayor). Ven, debes decidirte en la batalla del juicio final entre los ángeles de nuestra señora de la merced y los diablos de la maldad y la esclavitud. Ven y toma parte en esta lucha del bien contra el mal, en este puerto de Payta, hogar de la desolación y cuna de las tormentas

Diablo 1.- ( increpando a santiago dirigiéndose al angel mayor) Mentira, mentira, no le creas a Santiago. Antes fue matamoros, y cabalga ahora como mata chapetones. Que de los cielos descienda fuego sobre nosotros si es falso lo que decimos!

Diablo 2.- Nos condenan como diablos, por que damos vivas al rey de España, nuestro padre y amen, cuando los malvados son ellos. Debes venir con nosotros

Angel 1.- Ustedes querían perpetuar la esclavitud. Nosotros hemos luchado por la igualdad, pues sin ella perecen todos los derechos y todas las garantías. Por ella hacemos todos los sacrificios.

Santiago .- A los pies de la igualdad, cubierta de humillación, hemos puesto a la infame esclavitud. Si crees en la igualdad, ven lucha con nosotros.

Diablo 3.- Nosotros por siglos hemos dado paternal protección a los indígenas y americanos. Nunca ha existido bondad mayor.

Santiago.- La infracción de todas las leyes es la esclavitud: ¡un hombre poseído por otro!, ¡un hombre propiedad!. Debemos terminar con la esclavitud de los chapetones. Y en nuestra América libre, ¿ podrá haber esclavitud donde debe reinar la igualdad?. Tal seria vituperio de nuestra razón, escarnio de nuestra justicia; seriamos reputados por dementes y usurpadores.

Diablo 1.- Ustedes imponen el caos del mal contra la autoridad bendita de nuestros reyes coloniales

Angel 2.- Todavía creen, escuche nuestra señora de las mercedes, escuche ángel mayor, todavía creen, insolentes chapetones, que están ante hombres sin entendimiento ni alma?

Diablo 2.- Que mejor sabiduría que la del gobierno de los virreyes, encomenderos y oidores en todo el continente?

Santiago.- de cuál gobierno osan hablar? Infames son las tiranías cómplices de la esclavitud. La soberanía del pueblo, que hemos ganado, es la única autoridad legítima de las naciones, y no el oro ni la pólvora. Hemos conquistado la libertad, destino que dios nos ha dado a todos los hombres y mujeres. Ven con nosotros, ¡¡¡Acabemos con los chapetones!!!

( En una rápida escaramuza, los angeles derrotan a los diablos, que caen al suelo. El Angel mayor se tapa el rostro. Santiago levanta los brazos en triunfo.

Miguel Tamborilero.- (declama como leyendo un bando) Ciudadanos: completemos la obra mas grande que el cielo ha podido encargar a los hombres: la del salvar un mundo entero de la esclavitud. La libertad del nuevo mundo es la esperanza del universo. Unamos la américa. Acabemos con los Chapetones!!!

( las personas aplauden y en coro repiten)

Población.- ¡¡¡Aleluya, Aleluya, Acabemos, acabemos con los chapetones!!!


Escena 2


( Desde la esquina derecha conversan los oficiales)

Oficial 1.- Estos creen que todavía estamos en la guerra. Están bravos, no hay duda. Pero yo soy oficial del ejército libertador, escapado, pero oficial al fin, y por tanto no tengo nada que temer

Oficial2.- Va ser difícil nuestra misión, si todos están con el ánimo de esta batalla entre ángeles y diablos.

Oficial 1.- Quizá seria mejor regresar en este momento a Bogotá, y así evitarnos cualquier problema

Oficial 2.- Qué!, no vuelvas a mencionar estas palabras por ningún motivo. Tenemos que encontrar el baúl de Bolívar, y cumplir con lo que nuestros jefes nos han mandado. Piensa con calma, no te ofusques. En el puerto adoran las batallas de la Independencia, quieren tanto a Bolívar que se la pasan repitiendo sus frases, hasta en las representaciones como la que acabamos de presenciar. Estas son evidencias que estamos cerca, muy cerca, de lo que andamos buscando.

Oficial 1.- Tienes razón, mejor aplaudimos también, que nadie pueda siquiera sospechar que somos escapados, de faldón realista y gorro libertario. Debemos conseguir también nuestra banda rojiblanca, para evitar que sospechen lo que buscamos


Escena 3.

Oficial 2.- ( se acerca al hombre disfrazado de santiago matamoros). Lo felicito. Cuál es la fiesta que están realizando?

Santiago.- Es parte de la fiesta de San Lucas de Colán, en Homenaje a nuestra Virgen, la gran Señora de la Merced. Venimos caminando desde la desembocadura del río en el mar, desde allá en las playas de colán, y hemos arribado al puerto por la orilla de la extensa playa y tras bordear los rocas y los farallones. Cargamos nuestro tabladillo y presentamos la escena ante los que quieran escucharnos. Todos los años, cumplimos de esta manera la promesa a nuestra señora la virgen de la merced.

Oficial 2.- Y quien ha escrito la bellas palabras que ustedes recitan? Debe ser alguien con mucha sabiduría. ¿Quizá la han obtenido de algún libro que llegó a Payta?

Santiago.- ( sonriendo). Me alegra que les gustara la pequeña obra de teatro que presentamos. ¿La escucharon bien?. ¿No les parece conocido lo que han oído?. Les contare un secreto: las frases son palabras exactas de Simón Bolívar, el gran libertador. Estas palabras de rechazo a la esclavitud, por ejemplo, las dijo en el discurso dado en el Congreso Constituyente de Bolivia en 1826. Y seguro sabrán que las palabras finales que recitamos son…. ¡las de la gloriosa batalla de Junín, sí, la misma, la que selló la libertad de América.!

Oficial 1.- ( muy inquieto).- Y cómo obtuvieron ustedes esos textos?

Oficial 2.- ( sonriendo amistoso). Nosotros somos también admiradores del libertador. Hemos luchado junto a él desde los primeros días. Ya me parecía que las frases que escuchaba las había oído pronunciar en forma similar en otro momento.

Oficial 1.- Bueno, si usted nos quisiera decir como obtuvo esos textos?

Santiago.- Una gran señora, que me ha adoptado como su sobrino, se las sabe de memoria. Las recita cuando se lo pedimos. Ella es la que nos ha escrito estos parlamentos, para que acompañemos con la catinga. Desde que vive en el puerto, gracia a ella, todos sabemos de Bolívar, de cómo vivía y sentía. Es como si él hubiese venido con ella a morar con nosotros.

Oficial 2.- Y la señora, quien es?

Santiago.- Manuelita, nuestra querida manuelita. ¿Pero ustedes no son oficiales?, ¿no la conocieron en las campañas?.

Oficial 2.- ¿Nos hablas de Manuela Saenz?

Santiago.- ( alborozado) Claro, quien otra podría ser. Hablen con ella, les podrá contar muchas cosas. Aunque deben tratarla con cuidado. Esta sufriendo un gran dolor desde hace años. Empieza a olvidar las cosas y tiene achaques diversos. ( sus compañeros de representación lo llaman, la mujer joven del lateral izquierdo regresa a su posición en la penumbra) Discúlpenos, pero debemos seguir con nuestras representaciones en otras zonas del puerto. Hablen con ella, les agradará verla, ella se pondrá muy feliz.


ACTO 3

Una habitación grande, que es al mismo tiempo dormitorio y sala. En una esquina una ventana da al mar. La habitación es muy pobre y austera, pero sobria y hasta elegante. A un costado un ancho sillón de cuero con rodaje y manizuela, y una hamaca de fibras de Guayaquil, una mesa cuadrada al centro, y al otro lado una docena de silletas de estera. En el lado lateral izquierdo, claramente diferenciado del resto del escenario, sobre una pila de redes de pesca, esta sentada una mujer joven vestida sobriamente, con una luz que la ilumina desde arriba resaltando la sombra que proyecta



Escena 1.

( se pone en penumbra la sala y se ilumina el lado derecho)

Manuela-Joven.- ( Lentamente empieza a mirar el auditorio y dirigiéndose hacia ellos pero mirando mas atrás de ellos, habla evocativa). Desde los dias del convento, supe soñar. Durante las horas de luz, trato de sentir el viento en mi rostro, y puedo así soñar. Mientras la gente me habla, o zurce, o lee, estoy corriendo entre las montañas, o me sumerjo en las aguas del río. Siempre sueño, es la memoria de mis anhelos. Pero cuando mas sueño, es cuando dormida viajo, muy lejos, a lugares que no conozco, viajo, y tengo la agilidad de las plumas de ganso para llegar muy lejos. Estos sueños son otra forma de mi vida, los recuerdo luego a colores, siento los perfumes y fragancias, y se que forman parte de mi piel y de mis huesos. A veces, en mi memoria, ya no se si es lo que he soñado en el día o son algunos de mis sueños nocturnos de colores y fragancias. Ahora mismo, no se si sueño o recuerdo. Me veo en un balcón, echando una corona de guirnaldas ( levanta una corona de guirnaldas que estaba a sus pies), a ese joven guapo, zumbón y alegre, que me poseía con su mirada e incendiaba mis sueños….( arroja la guirnalda al suelo y se voltea)



Escena 2
( Vuelve a la penumbra el lado izquierdo, se ilumina el resto del escenario)

Manuela.-( sentada sobre su hamaca. Pronuncia las palabras lentamente, con evidente sarcasmo). Hablando se entienden las personas señor gobernador. Tómese un descanso, no se agite. Mejor explíqueme lo que con apuro ha dicho mascando tabaco, como si hablara en otro idioma.

Gobernador.- ( parado cerca de la puerta de entrada) Siempre Ud. con ironía Doña Manuela. Sabe muy bien que hablo español a duras penas, y no conozco ningún otro idioma. He venido para alertarla de la peste que se ha desatado en nuestro puerto, justo cuando han venido miles de peregrinos a la fiesta de la Virgen de la Merced. La peste está asolando con muerte, dolor y tristeza al puerto. Estamos en total emergencia y hemos dispuesto la inmediata evacuación del puerto, antes que crezca el contagio y se propague la peste. Es necesario que Ud. salga de su casa, que se mude a Piura o vaya a otra ciudad. Y debe hacerlo inmediatamente.

Manuela.- ¿Cuántos años tiene Ud. de gobernador? . Estoy segura que menos de los 21 años que yo vivo en Payta. Si no me falla la memoria, he conocido a varios gobernadores, nombrados desde Lima, y cambiados con cada modificación de presidente, (con ironía) que hay tantos como gobiernos en este país.

Gobernador.- Siempre usted riéndose de nuestros políticos..

Manuela.- Mi amigo, nos conocemos con Usted antes que fuera gobernador. No se olvide que con Carmen, su esposa, hemos preparado dulces cada año y sabíamos ir a la fiesta de Colán. Le agradezco que venga a avisarme de la peste. Pero, oiga Ud., qué será temer a la peste, si ya hemos pasado por mucho, no solo otras enfermedades, sino también las lluvias como diluvios universales, las sequías prolongadas, la falta de agua dulce para beber, la ausencia de arboles que den sombra, la crecida de las mareas, las inundaciones de ese olor amargo de grasa de ballenas, y hasta incursiones de piratas.

Gobernador.- Es verdad, tantas cosas hemos resistido y seguimos viviendo. Pero ahora es diferente. La peste esta matando mucha gente, y no hay curación. Sólo el fuego sirve para quemar a los muertos, sus restos y pertenencias, y así evitar los contagios.

Manuela.- Quiero tanto a este puerto, estimado gobernador Nada me va a obligar a salir de él. Hace varios años que estoy, como me aprecia, postrada en cama. Desde que llegué al puerto, unos queridos perros, de mirar dulce pero sin pelo, empezaron a vivir conmigo. Llevan los nombres de los generales de Bolívar, para no olvidarlos. Cuando podía caminar, me acompañaban al paseo de todas las tardes por la playa. Miraba el mar y sentía la brisa. Iba de un lado a otro contando las mareas. Caminaba también en las noches de Luna, que en Payta le hablan a uno directamente en el rostro. Estaba entonces activa. Cocinábamos los dulces de la cofradía de la Virgen. Recibía personas de todo el mundo y varios amigos, algunos comunes con Bolívar, como su maestro Rodríguez, que decidió venir a vivir aquí cerca

Gobernador.- El señor Rodríguez, gran educador, vivía en Amotape. Supo usted doña manuela que ya falleció hace un tiempo, y que sus restos están junto a la Iglesia...

Manuela.- Lo supe y sentí su viaje a las estrellas. En Bolivia, cuando era el Director de Gobierno en Educación, Ciencias y Cultura, y promovíamos la nación a la que Bolívar habia legado su nombre, impulsamos un diario en el que escribimos y difundimos las ideas igualitarias, y llamamos a la vida venciendo siempre a la muerte. Pero entre la vida y la muerte, querido amigo, solo queda la memoria y los sueños. Miréme a mi, aquí inmóvil, pero con fuerza suficiente para vivir. Hace ya varios años que tuve la mala suerte de caer y quebrarme la cadera. Recuerda usted, fue aquí mismo, en mi casa, cuando arreglaba unos papeles que guardo, y todos vinieron a ayudarme.

Gobernador.- Una gran pena, querida señora

Manuela.- No solo quedé sin poder caminar, sino que mis huesos se pusieron mas débiles, y el reumatismo empezó a debilitarme por dentro. Aun así, todos los días, al mediodía, cuando está el sol mas intenso, me llevan jonatás y un sobrino, hasta la playa para darme baños de arena, que son los que me mantienen viva. Me quedo la tarde, hasta que sale la Luna. ( luego de un silencio...) ¿Y usted quiere que me vaya y deje de tomar esos baños vivificantes?

Gobernador.- El sol esta también fuerte en Piura, y allá podrá ir a la orilla del Río. Lo que debe hacer ahora es alejarse de la peste.

Escena 3

(Ingresa el sobrino, que viene disfrazado de santiago matamoros)

Sobrino.- Disculpe Doña Manuela. Disculpe señor Gobernador. Han suspendido la fiesta. Nos avisaron cuando danzábamos una catinga, representando la disputa de los ángeles con los demonios. Suspendieron la fiesta por la peste. A todos nos han dicho que vayamos a nuestras casas a cambiarnos y a disponer de nuestros bienes para desalojar el puerto. Los peregrinos no quieren irse, y los están obligando He venido a ayudarla a irnos ( dirigiéndose a manuela).

Gobernador.- No le decía Doña Manuela.

Manuela.- Poco saben de la vida, sobrino y señor gobernador. No hay temor que valga. Me ven ahora postrada, en cama y cada tarde recibo baños de arena, pero hubo un tiempo en que enfrenté y vencí amenazas mas graves que la peste. La memoria de esos años es lo que me da fuerzas en lo que hago todos los días. Déjenme contarles algunas cosas,

Sobrino.- Ud. es incorregible con sus memorias doña manuela

Gobernador.- No tenemos tiempo, tenga en cuenta el apuro en que nos ha puesto la peste…

Manuela .- Tenia 20 años cuando eché guirnaldas de victoria a Bolívar el día que entraba a Quito. Guapo, valiente, con pólvora en la mirada Unos años antes en Lima, recibí la orden de caballeresa del sol, que me otorgó el General San Martín por ayudar a las batallas de la independencia. Pero desde ese día que me uní a Bolívar, la vida fue otra. He recorrido a caballo el continente, no como el tuyo sobrino, de madera, sino un caballo de los de a verdad. Seguí a Bolívar desde Bogotá, a Quito y luego a Trujillo y a Lima. Por costas y sierras. He dormido en el suelo, en camas de piedra, en el propio caballo. He descansado ante el fresco del mar y en los fríos de las sierras. He vivido en residencias y solares elegantes con el Libertador, y he sufrido persecuciones, malediciencias y destierros.

Sobrino.- Dígame, participó en las batallas?

Manuela.- Cierto. He participado con mi espada en las batallas contra los chapetones. He trabajado en el estado mayor que dirigía y organizaba la conquista de la libertad de toda América. Enfrenté rebeliones, motines, intentos de asesinatos, y nunca me doblegué. Sucre le escribió a Bolivar informándole que luché con los húsares y con los Vencedores en Ayacucho, solicitando me nombren Coronel del Ejercito Libertador, lo que hizo Bolivar. Después de todo esto, a mis años, a mí, oficial del ejercito libertador, Coronel a toda honra, piensan ustedes que podrá vencerme una peste?

Sobrino.- Doña Manuela, Doña Manuela, la peste es muy grave, nos da miedo. Usted habla como si nunca, nada, ninguna cosa, la llevara a pensar en retroceder, o la pusiera al borde de desfallecer.

Manuela.- Nunca ( enfática), ni siquiera cuando hace mas de diez años al caer quede sin poder moverme. ( luego de un silencio, en voz mas baja, añorando) Aunque sí, pensándolo bien. Hubo un momento en que perdí toda las fuerzas,…. y quise morir. Fue ante algo mas grave que la peste mas horrible. Les contaré. Recibí en Guaduas, donde vivía, una carta del gran amigo Oleary, asistente de los ejércitos libertadores, el mismo que me dio en Lima los archivos de Bolívar, que guardé desde entonces. Recibí una carta suya, les digo, en la que me informaba que Bolívar estaba muy enfermo y era inevitable que falleciera. Para mí, el saberlo fue morir yo también. Pretendiendo alcanzarlo en su travesía final, hice que una víbora me picara en el hombro, para que pudiera morir junto a él, aunque estuviera postrado lejos, muy lejos, en Santa Marta, y yo ahí estática en Guaduas.

Sobrino.- Iba Usted a morir!

Manuela.- Pero el veneno de la víbora no acabó conmigo. Bolívar falleció, solo, triste y abandonado, pensando quizá que iba pronto a comenzar todo de nuevo. Todavía besos sus labios y escucho sus palabras de la última vez que nos vimos. Me prometía regresar para seguir batallando tras los sueños de unión y libertad. Son las frases que repiten las mareas nocturnas y la luz de la luna, y las reitero ante cualquier adversidad.

Gobernador.- Pero la peste, querida amiga, no se vence con recuerdos.

Escena 4


Manuela.- (llamando al grupo de mujeres de la cofradía, a jonatas) . Vengan, vengan todos. Ustedes amigas , dejen de preparar los dulces. Tu , jonatas, amiga, deja de doblar el tabaco. Vengan que debemos hablar de algo muy importante.

Jonatas.- ¿que nuevas nos ha traído el gobernador que alborota tanto?

Manuela.- El Gobernador dice que los recuerdos no pueden vencer a la peste que se ha desatado en el puerto. Nos llama a salir inmediatamente a otra ciudad.

( se ilumina la parte lateral izquierdo y la manuela joven se incorpora al dialogo pero como si no estuviese presente y fuese una evocación. Cuando habla, manuela la mira como recordando)

Manuela Joven.- La memoria, ah la memoria, ese fuego tenaz del espíritu, vive más que un fugaz recuerdo. La memoria es la presencia viva de los sueños y las esperanzas. Tener viva la memoria, permite mirar con dignidad los días grises, las noches calientes y las horas de soledad.

Sobrino.- La memoria puede ser tan frágil como un papel de arroz

Manuela Joven.- Existen memorias distintas. El espíritu humano es un crisol de todas las memorias, que siempre permanecen y van de un lado a otro con el fuego y los vientos. Hasta el olvido nos permite afianzarla, al quedar en pie solo lo importante que ella guarda. La peor infamia, la forma de vida más abyecta, el más cruel castigo que puede hacerse a la humanidad, es que se anule la memoria de todo lo vivido, escondiendo lo acontecido, y oxidando el espíritu.

(Luego de un silencio).

Manuela.- (en tono bajo, casi confidencial) A mis años queridos amigos, un tanto melancólica, debo confesarles algo que no he dicho a nadie. Es secreto que guardo. Que enciende vida y pasión. No se. No se, pero bueno les cuento. Es un secreto que buscan en toda América. No saben que lo tengo guardado aquí, en este puerto, nada menos que al costado de mi hamaca.

Sobrino.- A ver, déjeme mirar lo que tiene escondido.( se agacha y saca el baúl al centro del cuarto).

Manuela.- En este baúl, que lo tengo desde el primer día que arribe a payta, en este baúl están todos los archivos mas queridos del Libertador. ( lo abre y saca papeles). Tengo actas del Consejo, están aquí las ordenes dictadas por el libertador para las campañas, se pueden ver los esquemas y orientaciones para cada una de las batallas, están los gastos minuciosamente registrados. Se puede ver la letra de quien copiaba los dictados del libertador, apurada y quebrada pues no podía seguir la voracidad de sus entusiasmos y la rapidez de su pensamiento. En estos archivos están todos los secretos de las guerras de la independencia. Las tácticas de campaña, los batallones, los desplazamientos, los pertrechos, las victorias y derrotas. Incluyendo las traiciones, las deslealtades, las mentiras, los engaños. Nada dejó de ser registrado.

Gobernador.- (intrigado) ¿Y como logro traerlo a Payta, si cuando bajó del barco venia deportada y presa?

Manuela.- El baúl caminó por toda América. Lo transportaba en mis mulas, sin que nadie lo supiera. Se lo entregué al General Antonio José de Sucre para que en secreto lo enviara a Payta, donde yo lo recogería un día. Eso fue antes del derrumbe de la Confederación y de la quiebra de los sueños de la unidad nacional del continente. Bolívar decía que en este baúl estaban sus sueños, la memoria que el futuro reclamaría un día.

Sobrino.- ( rebuscando en el baúl ) Miren, aquí está una carta fechada el 10 de agosto de 1850 , y registra que fue escrita en Payta.

Manuela.- Pásala, pásala. Sí, es la carta que escribí al amigo Oleary, contándole todo lo que pasó aquella noche en que impedí que asesinaran a Bolívar. Es un buen ejemplo de lo que les digo.

Jonatas.- manuela, cuentáles, diles lo que ocurrió.

Manuela.- Esta carta narra acontecimientos que en sus ecos seguirán hablando por nosotros. Cuenta lo que ocurrió el 25 de setiembre de 1828. ¡Esperen, no me apuren!.


Manuela Joven.- Bolívar había conquistado la independencia de América para forjar una confederación que uniera la patria grande, republicana y con libertad. Este sueño empezó a resquebrajase, pues se disgregaba la unidad. Bolívar representaba a todos unidos, y tenia el mando en la Gran Colombia, Perú, Bolivia. Lo reclamaban de Argentina y estaba a puertas de derribar la monarquía en Brasil. Pero este sueño confederado se derrumbó. Se segregó Venezuela y luego se aisló Colombia, y se formó Ecuador. Se enfrentaron entre sí, y con Perú y con Bolivia y con Argentina. Y no querían liberar a Brasil, sometida a la monarquía portuguesa. Cada jefe militar quería tener su propio Estado, su poder chiquito y endeble. Su Re-pú-bli-ca-A-é-re-a ( acentuando la frase y arrastrando las letras) como las llamaba Bolívar.

Manuela.- En este ambiente, el General Santander apoyó la organización del asesinato de Bolívar, ¡querían desaparecer el sueño de la unidad continental, como ahora pretenden anular su memoria entre nosotros!.

El Sobrino.- matar a Bolívar, querían matar a Bolívar?

Manuela Joven.- Ese día de setiembre, me llamo Bolívar a su lado, pues sospechaba que estaba en marcha una rebelión para asesinarlo. El coronel de estado mayor le mintió y dijo que se habia debelado. Serian las doce de la noche cuando ladraron los perros y se sintió un ruido seco y cortante. Desperté a Bolívar que dormía a mi lado, y lo convencí que con su espada y una pistola se echara por la ventana, mientras yo ganaba tiempo, exponiendo mi vida sin duda, pero era la única forma para detener a los insurrectos. Abrimos la ventana, saltó Bolívar a la luz de una luna brillante, y fue a refugiarse debajo de un puente. Al abrir los insurrectos la puerta del cuarto, me les enfrenté, estaba con una espada en la mano, dispuesta a dar cara mi vida. Titubearon ante mi actitud. Les hice creer que Bolívar estaba en otro cuarto. Logré ganar el tiempo necesario para que se salvara el libertador. Al no lograr asesinarlo, no se atrevieron a matarme.

Manuela.- Miren ( mostrando el papel) este es uno de los documentos de este baúl. En él está viva la memoria que escuálidos poderes aéreos quieren desaparecer.

Gobernador.- Pero Doña Manuela….

Manuela.- No, no, no. ¿Cree Usted que yo dejaría este baúl, lleno de vida, para escaparme de la peste, y morir en Piura o cualquier otro lado, por falta de sueños y esperanzas?. Vamos, déjenme con mis recuerdos y memorias. Que nadie toque ningún papel. Vamos, vamos, déjenme con mi soledad, con la que cabalgo hace muchos años


Manuela Joven.- ( lee acentuando las frases ): " Colombia, Estado de Nueva Granada, Secretaria del Interior y Relaciones Exteriores, Bogota, a 7 de enero de 1834, La gobernación de Bogota, en cumplimiento de disposiciones vigentes, ordena la salida de esta capital de la señora Manuel Saenz en destierro perpetuo de todo el territorio del Estado. La señora Saenz seguira de inmediato hacia el exterior del pais que ella escoja por la via de Cartagena. Se previene a las autoridades por donde pase para que la vigilen estrechamente dada su extrema peligrosidad y atrevimiento. No podra ser visitada ni por cortesia de oficial alguno del ejercito. La acusada debe ser conducida en silla de manos fuertemente custodiada hasta Funza, lugar en donde la recibira la escolta y debe continuar con ella rumbo a Cartagena. Firma: Vicente Zuero.

Manuela.- ( en voz alta pero con ironia de dolor contenido ).. ¿se anima alguien a sacarme de Payta atada en silla de manos y en destierro perpetuo?

( las cofrades y jonatas regresan a sus lugares anteriores, el gobernador se queda inmóvil, manuela busca y rebusca en el baúl)


ACTO 4
El ambiente es de playa. Entran por el lado derecho jonatas y el sobrino, que están cargando a Manuela hasta depositarla en un montículo de arena. Están presentes varios peregrinos. En el lado lateral izquierdo, en la misma playa, sobre una pila de redes de pesca, esta sentada la mujer joven vestida sobriamente, con una luz igual a la del resto del escenario


Escena 1

Jonatas.- Ya estamos llegando tarde para el baño de arena. Carga bien muchacho. No le vayamos a hacer daño a manuela, cada día se hace mas delicada y se disfuerza. Ella es tan quejosa.

Sobrino.- De venir todos los días, ya estamos acostumbrados a doña manuela, y sabemos trasladarla. No le haga caso a jotanas, siempre fastidiosa

Jonatas.- Si manuela hubiera tenido antes la misma exigencia que nos pide ahora, durante las campañas por las sierras y toda América, no habría caballo alguno para llevarla !

Manuela.- (riendo) cabalgué feliz, sin problemas. Mas bien ustedes tenían problemas con sus caballos, los que debían alternar cada cierto trecho pues morían de agotamiento con el sobrepeso de sus turbantes, joyas de vidrio y cobre, y botas de montar

Jonatas.- Aquí, en este lugar, cerca de estos restos de fogata. ( mueve el pie como moviendo la arena ) Todavía está guardando el calor del sol. Aquí sentemos a manuela. Debemos hacer que ella tome este baño de arena antes que crezca la peste en el puerto. ( la dejan encima de montículo de arena).

Manuela Joven.- ( hablando indirecto y no referido, como en dialogo lejano con manuela ) el mar está quieto, dormido, como si no se diese cuenta que muere lento el atardecer

Manuela.- Estos baños de arena son nuestra ocasión de viajar con la memoria.

Manuela Joven.- Viajaba en mis sueños: mi cuerpo estaba en ciudades y naciones, danzaba en salones, y corría en los tablazos

Manuela.- La vida siempre es un espejo de mi propia sombra

Manuela Joven.- Tengo la voz ronca por el eco de hablar conmigo misma, que aprendí desde pequeña; solo así soy libre, hasta en mis pensamientos

Manuela.- No recuerdo quien me recomendó los baños de arena, pero fue uno de los mejores consejos de algún ballenero o poeta que pasó por el puerto. Cuando me vieron con la cadera rota, sin poder caminar y con el reuma que me iba carcomiendo por dentro, me recomendaron estos baños de arena. Se hunden las piernas, se cubre de arenas hasta las caderas, y se recibe el calor del sol, guardado dulce y tierno. Si los dioses del olimpo griego bebían algún néctar para estar fuertes y vigorosos, son un néctar divino estos baños de arena. Con el calor de la arena, cierro los ojos y mis sueños son de encendidos colores

Manuela Joven.- A caballo en el universo o en la arena calcinada, no hay parte de mi cuerpo que no sea espiritu de fuego y crepitacion de oblaciones al viento


Escena 2.-


Sobrino.- Gran sorpresa la del baúl de archivos, gran sorpresa que nos tenía guardada doña Manuela.

Jonatas.- Yo sí lo sabía. Cuando llegamos a Payta, lo rescatamos de donde lo había enviado el general Antonio José de Sucre . Para que no creara sospechas guardamos el baúl en la casa, al costado de la hamaca de manuela. Si alguien lo encontraba pensaría que se trataba de nuestras ropas, o de coqueterías que manuela había ido guardando de tantos años. Ese pretexto nos fue siempre muy útil. En las campañas de independencia, recuerdas manuela,

Manuela.- como olvidarlo, es como si las viera cabalgar

Jonatas.- Nathan y yo nos vestíamos con turbantes, con faldones de muchos colores, con adornos llamativos. Pensaron siempre que lo que cargábamos en nuestros baúles, de aquí y para allá, eran nuestras coqueterías y vestidos. Y mas aún, que eran los vestidos que Manuela paseaba orgullosa en dónde iba. Recuerdas Manuela, la envidia que te tenían en Lima. ¡Si hubiesen sabido lo que ocultábamos!

Manuela.- No sé por que rompí este secreto jonatas. Me estará ganando el sentimiento. No le tengo miedo a la peste. No es por ella que me ofusqué y saque el baúl para que todos los vieran. No, no, no.

Sobrino.- Vamos Doña manuela, no se nos ponga así

Manuela.- ( Indignada )Me tienen encerrada. Soy una prisionera de los poderes enanos, repúblicas aéreas de falsedad y mentira, que se han construido en toda América. Escribo a varia gente para que me repongan los dineros que me deben, y nadie actúa ni responde, por miedo, miedo y miedo, ¡cobardes!, condenándome a sobrevivir en la miseria.

Sobrino.- pero siempre vienen a visitarla de todo el mundo

Manuela.- Desde que venimos a Payta, mantengo correspondencia con jefes de Colombia, Ecuador y Perú, y tengo muchos amigos en los otros países. Estoy informada de todo lo que ocurre. Les cuento a unos de lo que pasa a otros. Los cónsules de Estados Unidos y de Inglaterra vienen a mi casa a comer dulces, tomar té y mascar tabaco. Desde Italia y otros países, vienen personas a comentarme de Bolívar. Palpito cada mañana como si estuviese en los acontecimientos del nuevo mundo. Pero el poder débil que se ha instalado en los países divididos me tiene encerrada. Soy una estatua de sal que no da sombra. Me han puesto los grilletes de una esclavitud miserable.

Sobrino.- ¿ intentó escapar, viajar, salir alguna vez del puerto?

Manuela.- En los primeros años, antes de caerme, quise hacerlo, pero no pude viajar, pues si salía del puerto me apresarían de nuevo para enviarme a jamaica, lanzada a que me coman los mosquitos y me ahogue en el aburrimiento. ( titubeando) Otra vez, otra vez, me esta ganando el sentimiento. ( abatida ) Es una dolencia del espíritu que me ronda y a veces me hunde en pozas oscuras.

Jonatas.- Manuela, manuela...

Manuela.- Saben que no pueden destruirme, entonces pretenden envilecerme. Lanzan fábulas y cuentos infames sobre mi vida. Pero eso no es lo mas terrible. Tengo miedo a lo que se propone el poder enano. Quieren anular la memoria de nuestra historia, envilecer la vida cotidiana, expropiarle su sentido. Pretenden así hundirme en la monotonía, para que el oxido constante carcoma el espíritu, y me amargue el sabor del viento.

Jonatas.- Manuela, manuela, nuevamente empiezas con tus letanías y quejas, no te enojes, sabes que te hace daño!

Manuela.- ¡Sí, mis letanías, y mil veces y cuanto sea necesario!. ¡Ah, dioses, no saben todo lo que padezco! ( toma un puñado de ceniza y la esparce ) Me aumentan los dolores de cabeza, y siento punzadas en mi cerebro, en la noche o en cualquier momento del día. Hace 5 años un medico italiano que me visitaba, al constatar que me dolía la cabeza y se me ponían débiles los brazos, me dijo que estaba empezando a sufrir pequeñas roturas de mis arterias cerebrales, las que iban a afectarme irremediablemente. ¡Y , demonios mil, cómo me rasgan el alma!. ( toma un puñado de ceniza y lo tira encima de su cabeza ) ( luego de un silencio) No solo me inmoviliza la cadera quebrada. Me olvido de muchas cosas. Quiero recordar algo, y se me hace mas difícil. A ratos, como si se me pusiese la vista de papel, veo pero no miro. Me emociono de un recuerdo, pero no se explicarme de cuál recuerdo se trata. Pienso los perfumes, pero no los aprecio en mi sentidos y en el corazón! No recuerdo nombres de utensilios de la cofradía. Del propio baúl, a ratos no encuentro lo que busco y después de unas horas hasta no se que es lo que busco en él! Grito al mundo y solo recibo silencio mientras voy quedando como una estatua de sal y arena. Ah, desgracia eterna, maldición de maldiciones, yo que vivo para guardar la memoria de mi amado, estoy perdiendo aceleradamente mis recuerdos.

Jonatas.- calma, manuela, calma, no, que no te gane la tristeza!

Manuela.- ( dolida e indignada )¡Clamo al universo por esta condena! ( toma ceniza y se pone en los pómulos y la frente ) ¡Que la sal carcoma mis huesos, y que el fuego consuma mis pertenencias! Ah, ruina de la memoria, recuerdos que se hunden en la oscuridad llevándose jirones de mi alma! ¡Ah, lo vivido, los sueños, la pasión desbocada, no pueden acabar en cenizas que desperdigue el viento en la nada! ¡no pude darle hijos a bolivar para prolongar su vida, solo me queda la memoria que se me escapa! ¡ una vida sin luna de recuerdos, es peor que la muerte, es peor que el mas cruel de los tormentos! ¡ Maldigo y blasfemo de mi misma, mientras la cabeza me estalla en estrellas de un dolor alucinado! ¡ lo que no pudieron muchos para atarme a una silla de destierro absoluto, con estos dolores de cabeza son ahora arena que se escapa entre mis manos y cenizas que se lleva el viento!

( se produce un silencio , mientras manuela, abatida, erguida y fija, mira el mar )

Escena 3.

( luego de un silencio prolongado )

El sobrino.- No se deje abatir, no olvide que muchos poderosos quisieran que usted no luchara por su fe, y la siguen fastidiando hasta este puerto

Manuela - (recuperando un tono mas sereno en su voz, con cenizas en la frente y el pelo) Es que vivimos para la libertad, y ella se alimenta de la memoria, que es viento desatado por el amor. ( volviendo a su tono regular )

Jonatas.- ya se repuso nuestra manuela de siempre

Manuela Joven.- En alguna oportunidad le respondí, y por escrito, a mi marido, que si dejé su vida monótona y cruel, fue por Bolívar y su amor que desata tormentas. Cuando mi marido me propuso que regresara a él y abandone al libertador, de quien me sabia dueña de su corazón, le propuse mas bien ( sonriendo desde el recuerdo ) que no en la tierra, no en este mundo, pero sí en el cielo nos volveríamos a casar, con él, si quisiera. En la patria celestial pasaríamos la vida que quería, una vida toda espiritual (burlona haciendo mimicas en toda la frase) , pues ahí todo seria a la inglesa, una vida monótona. Seria a la Inglesa: el amor les acomoda sin placeres, la conversación la hacen sin gracia, caminan despacio, saludan con reverencia, y su chanza no se acompaña de la risa.

Manuela.- ¡Sumisas y con los sentidos aplastados, es así que muchos quieren tener a las mujeres !

Manuela Joven.- ¡Ni en el cielo!. Y en la tierra, en este mundo, donde las mujeres no debemos aceptar tiranos sobre nuestras vidas, le respondí a mi marido ingles que no podía vivir como proponía. Que me contento con el amor por el cual perseguimos el olor de las tormentas. Que vivimos porque tenemos el corazón prendido en las manos. Damos todo por el amado, y es libre e igual nuestro amor, aunque él siempre esté más allá de nuestros brazos, en tierras desconocidas por la memoria.


Manuela.- Vivimos por que tenemos un embrujo de amor, una memoria de sueños, por los cuales morir. La vida diaria no es monotonía, es el ascenso eterno a una cumbre de libertad que nosotros mismos construimos, pese a que desfallecemos en el caminar hacia ella.

Sobrino.- ( dirigiendose a Manuela) en este puerto Ud. es guardiana de todas las memorias. Ese poder envilecedor y esos dolores no la pueden doblegar.

Manuela.- No es un asunto de cuan lejos o cerca del puerto esté el poder envilecedor que nos sojuzga. Ni cuan rápido estallen nuestras arterias cerebrales. El sentido para vivir, la razón por la cual morir, es lo que me quieren expropiar los poderosos de repúblicas aéreas. Como ansían que muerda la amargura de perder los sueños de libertad.

Manuela Joven.- ¡Payta, Payta, tu nombre esconde la desolación en las tierras áridas!. Tu mar es quieto, casi dormido, mecido por las mareas de luna, solo se sobresalta en días de tormentas y diluvios!.


Manuela.- El poder de los viles no sabe que ni aun calcinen la arena y sequen la tierra, ni aun hagan una fogata con todo el puerto, podrán abatirme. ¡Aquí, aquí, en Payta, en este puerto de fuegos de luna, iluminando al universo, tengo las memorias de todos los sueños!

Escena 4

Jonatas.- Se esta haciendo tarde. Debemos regresar.

Manuela Joven.- ( como siguiendo un monologo ) Sí, si, es el mío un amor desbocado. Lo idolatré mientras vivía y lo venero después de muerto, cuando ha pasado a la gloria eterna. Desde que le eché guirnaldas en Quito, cogió mi corazón, mi cuerpo, mis sentidos, mi espíritu, mi mente, los arrebató por siempre. Lo seguí en todo el continente y en las batallas. Estuve con él en los días de gloria y también cuando se derrumbaban sus sueños y dolido pensaba que había arado en el mar.


Manuela.- Desde su muerte solo conozco al hombre que vive en mis sueños, cuando sigiloso se acerca hasta mi frente y acaricia mis cabellos, cuales cenizas de amor todavía ardiente.

Sobrino.- Dígame, Doña Manuela, en el baúl tendrá algún otro secreto, alguna carta de amor que le enviara ?

Manuela.- ( agitando la arena ). El mas dulce de los recuerdos, lo mas honroso de su afanes, no los tengo siquiera en el baúl. Los guardo conmigo en mi pecho. ( se busca dentro de la ropa). Aquí está ( levanta el papel al sol). No recuerdo si lo escribió él, si lo redacté de lo que me decía, o si junté sus palabras en los momentos de tormentas. No recuerdo, pero cuando lo leo siento su aliento, me rodea su afecto, mi espíritu se desata con todos los vientos. Este es el mejor de todos los néctares de los dioses del olimpo y el más dulce de los vinos de Noé y de Moisés. Esto es lo que no podrá destruir ningún poder ni dolor que envilezca el alma y los días.

Jonatas.- léelo, léelo en voz alta



Escena 5


Manuela.- A ver, a ver. Ya es tarde. Esta oscureciendo, la luna esta pronta a salir. Que el fuego encienda nuestras almas aturdidas, como tantas veces en Payta, cuando las olas encrespadas se encuentran con la marea alta


Manuela Joven.- ( en medio del silencio total, con solo el sonido de las olas del mar, va leyendo el texto con voz grave y lenta, mientras manuela juega con los brazos al centro de la playa, con movimientos que siguen la lectura, como si hablara con alguien, y terminan al finalizar de leerse el poema )


Manuela, amor de mar y tormentas.
Me despojaré de mis uniformes de guerra
y frotaré con colonia, siemprevivas y verbenas lo que queda de mi cuerpo.


Untaré mi rostro con cinabrio
y en la noche distinguirás
en los surcos de arena de
la máscara que llevo puesta
el rojo encendido del deseo y sus sueños !


Loor a los himnos más primitivos del amor y del deseo !


Tú quieres verme, siquiera
con los ojos.

Mar que aprisionas la Luna, ciega.
Viento cósmico que desatas tormentas
en danza ebria, con las altas mareas y las olas de cadencia lenta!

En brazos y piernas también untaré el tinte rojo sagrado
y danzaré los ritos preparatorios.
Y no podrás distinguir su rojo bermellón
del rojo de vino sublevado de mi sangre.

Se abrirá la noche con las aguas más tenaces
y una inundación de aromas de mujer dominará el horizonte,
como las mareas que avanzan para cubrir las costas
y arrancan esos gemidos de goce de Ñapanga
en las piedras húmedas de las playas.


Yo también quiero verte y reverte
como el mar descubre la Luna en los días azules y verdes.


Alzaré las olas de mis brazos hasta tu cuerpo de Luna Nueva
Y nuestras danzas tendrán el ritmo y la fuerza de las mareas.

Empezaré por tocarte
develando el mar de nubes que insinúa tus formas.


Podré sentirte danzando ritos y abluciones
en el mar de la Lluvia
donde tus ojos se humedecen
y tu lengua tiene la sal fresca y alegre de la mañana.


Será lenta y larga la estación, Luna
en tu Oceáno de la tempestad.
Podré saborearte donde se confunden
el humor de algas en fermentación
y ese aroma de azufre y miel de caña.


En el atribulado mar de la crisis
te unirás a mí por todos los contactos.
El sudor de tu frente será la sal que cubra la mía.
En tus axilas se verterán las fragancias de papelillos y cucardas.
Perfumes de melocotón y guanabanas brotarán al navegar entre tus pechos.
Será verde el fuego cobrizo que brota del encuentro temeroso
de nuestros labios.


Se prenderán fogatas plateadas al choque de muslos y brazos.
Cada músculo de tu espalda tensará las sogas del grito.
El corazón al galope en su propia marea insurrecta

Y será entonces el silencio universal del Alba.

Y la soledad del amor será siempre esa lejanía
de perfumes de otras tierras que no guarda la memoria!



Ah Luna! calma las oscilaciones trémulas de las fiebres
en los mares de la serenidad y de la tranquilidad,
mientras lentamente unto de cinabrio
las caderas tenaces
curvadas al deseo
y encendidas al viento del desierto.

Ah, Luna alunada,
Ah ese rumor de las olas altas que se levantan desde el corazón
hasta tomar de sorpresa la mujer dispuesta al goce
del amor,
no te vayas ni con dios mismo,
bella, bella
Guardiana insepulta del amor de verde fuego.
ACTO 5

Cuarto de Manuela cubre todo el escenario. Están las mujeres de la cofradía con sus bandas rojiblancas, jonatas, el sobrino, el gobernador, los angeles y diablos . Manuela está echada en la hamaca. La manuela joven esta como uno de los angeles.


Escena 1

Las cofrades y todos los presentes.- ( mientras estan arreglando el cuarto empiezan a cantar juntos) “ completemos la obra mas grande, salvemos el mundo entero, unamos, unamos nuestra américa.”

El sobrino.- luego del baño de arena, doña manuela esta recompuesta y mejor. Terminemos los dulces para la fiesta de la virgen de la merced, antes que se vayan todos. Los peregrinos siguen en el puerto, se pasean con antorchas, y están rogando a nuestra virgen para que la peste se aleje rápido y no nos haga daño.

Mujer Cofrade.- sí, terminemos los dulces, estos ángeles de caramelo y estos niños de azúcar, quizá puedan aplacar los temores ante la peste

El Gobernador.- Insisto en que adoptemos precauciones

Oficial 2.- ( abriendo de un tirón la puerta e irrumpiendo al centro de la habitación con sable en mano). Estén todos quietos!. Somos oficiales que venimos a tratar con la Sra Manuela Saénz. ( mirando a todos hasta detenerse en Manuela). Con Usted, Sra tenemos una obligación que cumplir.

Jonatas.- (reconociéndolo). Este es un escapado, un traidor. ¡Quieren hacerle daño a Doña Manuela!

Manuela Joven.- (se pone al frente) Osadía infame la que domina sus pasiones! Rindan sus armas y hagan mas bien honores a la dignidad!!

( Jonatas, manuela joven, el ángel mayor , angeles y diablos, tratan de hacer frente a los oficiales, pero estos les responden a sablazos y el oficial 1 dispara sobre jonatas y el ángel mayor que caen heridas al piso )

Oficial 1.- Quieta, esclava insolente!

Manuela Joven.- (con rabia e impotencia) ¡Bolívar libertó a los esclavos, en sus haciendas y en el continente! ¡ella es liberta y amiga!. ¡No le hagan daño, rindan sus armas!

Oficial 1.- El silencio que impone la espada será tu recompensa, no eres sino vana ilusión que un tajo evapora ( la hiere mortalmente con la espada y herida manuela joven cae a los pies de manuela)

Oficial 2.- ( alejándose de jonatas, el ángel mayor y manuela joven , que están heridas de muerte en el piso). Fueron ellas la que atacaron.

Manuela.- Si tuviera la fuerza de mis piernas, me levantaría y los haría correr con mi espada. Cobardes, abusivos. Es a mí a quien buscan. Díganme que es lo que quieren.

Oficial 2.- Sra Manuela Saenz, debe Usted entregar los archivos de Simón Bolívar, pagando con su vida sino lo hiciese.

Gobernador.- Señores, les comunico que soy el gobernador del puerto de Payta. Deben saber que estamos en emergencia ante la peste. Evitemos mayores problemas. Por eso les pido que guarden sus armas. Y a Usted, Doña Manuela, por el bien de todos, le solicito que hago caso de los señores oficiales y entregue los archivos. Como autoridad, debo recordarle que nadie puede ir contra lo que ordene el poder.


Escena 2.

Manuela ( sentada, pero erguida , agresiva pero serena , estirando los brazos).- Cuán ruin es el poder que se sostiene en el pánico. Ustedes solo representan a sombras de un poder carcomido por su propia perversidad. A mí, a Manuela Saenz, que ha participado de la gloria, con el Libertador, por toda américa, pretenden obligarme con el miedo!. Sepan Uds. que la República, por la que dimos nuestras vidas, esta sustentada en hombres y mujeres dignos y libres, y no en grotescas imposiciones. ¡Infelices Uds que con el miedo reverentes ante las armas o al color vil del metal, pretenden reemplazar el poder de las conciencias libres!

Oficial 2.- ¡Usted Señora no tiene de que vanagloriarse sobre una guerra en la que solo fue amante de trastienda de Bolívar, y en la que se disfrazaba para jugar a soldado!

Manuela.- No pueden Ustedes entender ni perdonar que una mujer haya respondido a los mayores desafíos que el ser humano tiene ante la adversidad. A todo honor, he dirigido regimientos en Quito y en Lima para debelar, espada en mano y con uniforme militar de combate, algunos de los motines contra Bolívar. He marchado con las tropas y he participado en batallas en los campos de Huamachuco, Lima, Junín y Ayacucho. Tengo el inmenso honor, que ustedes no pueden siquiera soñar, de haber sido parte del estado mayor de las campañas de Bolívar, cumpliendo funciones de oficial. ¿Que es imposible entender y no pueden perdonar: que haya tenido esa actividad gloriosa o, peor aun, que las haya realizado siendo una mujer?. Ah, como tiemblan sus ojos ante lo que no pueden soportar.

Oficial 2.- Usted señora, abandonó las labores de mujer en su casa para perseguir a Bolívar asumiendo tareas que son propias de los hombres

Manuela.- Ah, quieren fusilarme con balas envenenadas, con invectivas morales, las mismas que han diseminado por todo el continente. Que escasos de ingenio, señores. Es cierto, deje mi marido y mi hogar, para seguir a Bolívar y las campañas de la independencia. He cocinado y lavado útiles, pero en los fragores de la batallas. He ordenado cuartos y arreglado las vestimentas, pero entre despacho y despacho del estado mayor. No es por eso, cierto, el motivo de lo que denuncian. ¿Será por que leo a plutarco y los clásicos, que ustedes, estoy segura, no saben quienes son?. ¿Será por que siquiera leo, cuando a las mujeres se nos impone la tiranía de la ignorancia? ¿Será porque monto a caballo cosiendo mis faldones como pantalón de caballero, y así puedo participar en los combates y encabezar regimientos para debelar motines? ¿Será por que puedo hablar de igual a igual con Bolívar, sus generales y oficiales, y ellos considerarme un oficial de igual rango en el ejército libertador, del cual soy Coronel? ¿O será por que además de todo ello, y por ello mismo, amo y soy amada, y compartimos sueños? ¿Será porque no pueden aceptar en sus músculos maltrechos y recortados que una mujer sea guardiana de los mejores sueños del libertador de los que quieren unir a la América en una y libre?

Oficial 1.- Que tanto habla de Bolívar, si fue sólo una de sus amantes que el dejaba de lado por otras!

Manuela.- Nada saben del amor, ustedes que se vanaglorian como hombres de ser los amos de los afectos. Bolívar y yo nos amábamos con pasión y mas allá de la atracción, haciendo carne de nuestra carne las fragilidades humanas. El nuestro era un amor absoluto unido por los comunes sueños y esperanzas. He tenido la alegría de los encuentros con él, y he sufrido, hasta arañarlo en el rostro, por las decepciones y celos ante sus desvaríos. He sufrido de arrebatos y pugnado por sus afectos. Siempre he estado más allá de toda apropiación. Era mío por no tenerlo, y por compartir sus sueños. Tengo la gloria de ser su mujer, su amante, su compañera de armas, la guardiana de sus sueños. ¡No existen anhelos mas grandes que estos!

Oficial 2.- Usted no vive por si misma, es solo un pálido reflejo de una hoguera que ya no existe.

Manuela.- No hay mayor arrogancia y futilidad que la del poder basado en la opresión. Se considera eterno, perpetuo, empinado en un presente que busca sostenerse a si mismo en el vacío. Es un poder efímero. Para subsistir debe destruir el pasado, borrando en las memorias los afanes de libertad. Y busca hacerse perpetuo desapareciendo el sentido del futuro de las vidas cotidianas, encerrando la autoridad en un espejo inagotable de sí misma. Este poder efímero es el de ustedes, que quisieran que Bolívar fuese solo un mal recuerdo, borroso y que se pierda en la bruma. Una hoguera que ya no exista. ¡Cuan equivocados pueden ser los seres humanos, cuan arrogantes los poderes sustentados por el miedo!. Los sueños de Bolívar eran los de la Libertad y la Unión de la Patria Grande. El era venezolano, yo de ecuador, moriré en Perú y estaré siempre en sueños por todo el continente. Nuestra gran nación tiene pueblos distintos y al mismo tiempo iguales de humanidad. He ahí una inmensa riqueza que yo admiro. Somos de una sola patria: nuestra América. Eso es lo que no pueden ni quieren entender los que destrozan el cuerpo herido de nuestro continente, y para lo cual necesitan borrar la memoria de los sueños de unidad y libertad de Bolívar. El habrá muerto hace muchos años. Pero sus memorias y sueños siguen recorriendo el continente. Son una hoguera cuyas crepitaciones están chamuscando sus poderes de paja, y tiene la fuerza de un mar impetuoso que diluye sus argumentos de arena. Por eso vivo y viviré, mas allá de ustedes y de sus amos, cuya voz de mando solo atraganta sus propios miedos. Cada luna que crece y se une con el mar, ¡tiemblen ante ella o admírenla!, pues es Bolívar que continúa siempre presente y retornando con el fulgor inmenso de la luna redonda y eterna, iluminando todos los sueños de libertad.

Oficial 2.- ( con voz imperativa y molesto) Entréguenos los archivos, se lo ordeno, Sra. Saenz

Manuela.- (Cogiendo una espada y levantándola sin pararse) Vengan por ellos, cobardes!

Escena 3

Sobrino.- (Ante el silencio, abre la puerta de la calle). Quieren hacerle mal a doña manuela, vengan todos, vengan! ( entran el pescador, el ballenero y varios peregrinos que estaban en la calle).

El Pescador.- Qué esta ocurriendo ¡. No se dan cuenta que el puerto esta empezando a incendiarse, y que la población huye despavorida por la peste!

Gobernador.- ( asustado ) Vámonos todos, salvémonos de la peste, salgamos.

Oficial 2.- Sra., por última vez, la conmino a que nos haga entrega de los archivos de Bolívar!

Manuela.- Cobardes, nadie se llevará los archivos del libertador! ( se desmaya sobre el baúl )

Oficial 2.- ( luego de un silencio) Salgamos. Nos va a coger la peste y también el incendio.

Oficial 1.- La Sra. Saenz esta desmayada. Llevémosla fuera y saquemos el baúl.

Gobernador.- Sí, rápido, manos a la obra

Oficial 2.- No hay tiempo. Estamos entre la fiebre y el fuego. Salgamos. Salvémonos. Que el incendio queme el baúl y los archivos.

( luego de discutir entre ellos en voz baja, salen del cuarto los oficiales y el gobernador)


Escena 4

Sobrino.- Doña Manuela, despierte, tenga fuerzas, hay todavía muchas batallas pendientes!

Manuela.- ( despertándose) La peste cae sobre nosotros como un viento oscuro. El puerto se inunda de olores de grasa de ballenas y maderas chamuscadas por el fuego. Acérquenme el baúl, quiero tocar el papel rugoso de los archivos, necesito sentir sus tintas, palpar sus afectos.( mete la mano al baúl ).

Pescador.- (toca la frente de manuela). Doña Manuela está con fiebres muy altas.

Manuela.- (se pone erguida y habla con dificultad ). Esos cobardes, no saben que corren y no dan sombra porque están muertos. Nosotros viviremos siempre, porque la memoria de la libertad seguirá con el mar y el viento. ( tras una pausa )Les pido que me dejen. Vayan ustedes a sus casas y salgan del puerto. ( se ponen de pie, incluyendo los heridos, pero no salen, se quedan en la habitación, uno de ellos cierra la puerta con todos dentro de la habitacion). Sobrino, por favor ayúdame a levantarme. Reúne los papeles que están en el suelo. (Con voz tierna continua hablando ) Este baúl tiene el mayor tesoro que he cuidado. Guarda las memorias del amor alunado, de la pasión desbocada, y del afán de libertad, que ningún poder podrá envilecer.

( Manuela abraza el baúl . Se va oscureciendo en la habitación. Los presentes rodean a manuela )

Manuela.. ( con voz lenta, apagada, pero firme)

Payta, payta, memorias de otras tierras que lleva el viento
no te vayas ni con dios mismo
bella, bella,
guardiana insepulta del amor de verde fuego.

FIN